Memorias del oratorio (fragmento)San Juan Bosco
Memorias del oratorio (fragmento)

"Durante aquel invierno me preocupé de consolidar el incipiente Oratorio. Aunque mi finalidad era recoger solamente a los chicos en mayor peligro, y con preferencia los salidos de las cárceles, sin embargo, para poner cimientos donde apoyar la disciplina y la moralidad, invité a otros de buena conducta y ya instruidos.
Ellos me ayudaban a guardar el orden, y a leer, y a cantar cantos religiosos. Por esto, desde entonces me di cuenta de que las reuniones dominicales sin cierta cantidad de libros de canto y de lectura amena eran un cuerpo sin alma.
Por la fiesta de la Purificación (2 de febrero de 1842), que entonces era fiesta de precepto, tenía ya una veintena de niños, con los que pudimos cantar por vez primera el «Load a María».
Para la fiesta de la Anunciación éramos ya treinta. Aquel día se hizo una fiestecilla. Por la mañana, los alumnos recibieron los santos sacramentos; por la tarde se cantó una letrilla, y después del catecismo se explicó un ejemplo a modo de sermón. Como el coro en que hasta entonces nos habíamos reunido resultaba estrecho, nos cambiamos a la capilla próxima a la sacristía.
Aquel oratorio se organizaba del siguiente modo: todos los días festivos se daban facilidades para acercarse a los sacramentos de la confesión y comunión. Pero además se determinaba un sábado y un domingo al mes para atender de un modo particular a la práctica de estos sacramentos. Por la tarde, a una hora determinada, se cantaba una copla y se daba catecismo, después se explicaba un ejemplo y se distribuía cualquier cosilla, bien a todos, o bien por suerte.
Entre los muchachos que frecuentaban el primer Oratorio hay que señalar a José Buzzetti, que fue constante en la asistencia de un modo ejemplar (posteriormente se hizo salesiano). De tal manera se aficionó a don Bosco y a aquellas reuniones dominicales, que rehusó volver a su casa con la familia (en Caronno Ghiringhello, hoy Caronno Varesino), como hacían sus otros hermanos y amigos. Se distinguían también sus hermanos Carlos, Ángel y Josué, Juan Gariboldi y su hermano, peones entonces y hoy maestros de obras.
En general, el Oratorio se componía de picapedreros, albañiles, estucadores, adoquinadores, enyesadores y otros que venían de pueblos lejanos. Como no conocían las iglesias ni a nadie que les acompañara, estaban expuestos a todos los peligros de perversión, especialmente en los días festivos. "



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