El diccionario de Lemprière (fragmento)Lawrence Norfolk
El diccionario de Lemprière (fragmento)

"Dentro del carruaje, los dos pasajeros sintieron la proximidad de la urbe al alcanzarles sus tentáculos: París, la ciudad de las blancas paredes enlucidas, de las casas abuhardilladas y del Palais Royal, por donde pasearían más tarde los dos admirando las celosías de sus rejas y sus castaños de Indias, tratando de descubrir humildes construcciones que mostrarían ser extraordinarias, cada una a su modo, una escuela de trompeta, una fábrica de papel de decoración, o una entrada a las catacumbas que acribillan las tripas de la ciudad con pasadizos y galerías, porque el subsuelo es muy calcáreo, hasta el punto de que se sabe de edificios que han desaparecido durante la noche, o incluso en pleno día..., no en vano es una ciudad de repentinos colapsos y de rumores de colapsos que a la postre resultan verdaderos. París. Ciudad de amantes que el carruaje aborda por la Rue de Sèvres a trote de paseo, obligado a refrenarlo por los boyeros y los carreteros. Juliette inclinó su cabeza contra el cristal para observar la ciudad que venía en tropel a su encuentro, atraída primero su atención por algunas agujas y tejados aislados hasta que ya no hubo a su alrededor más que edificios. El cochero estaba pasando por la barrera del fielato y ahora se adentraban por calles llenas de floristas, amanuenses, mujeres pregonando sus dulces y hombres que vendían arenques en adobo de vinagre y cebolla. El olor le trajo toda clase de recuerdos. El carruaje se detuvo finalmente en la Rue Notre Dame des Victoires y ella saltó al suelo, que se hizo duro y real bajo sus pies, cristalizando en aquel París que era, de pronto, la ciudad del retorno. "


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