La bofetada (fragmento)Christos Tsiolkas
La bofetada (fragmento)

"Durante seis meses estuvo loca, y durante ese tiempo no dijo ni una sola palabra de aquello a nadie… ni siquiera a su marido, a Aisha, al grupo de madres, a su familia, a nadie. No se atrevía. Sonreía y fingía que adoraba al niño. Una mañana, intentaba frenéticamente organizarse para poder ir a yoga, mientras el niño chillaba, lloraba incesantemente. Ni amamantarlo, ni las nanas, ni chillarle, nada podía detener aquel espantoso sonido. Sintió una extraña calma en un momento dado. Lo dejaría llorar, lo dejaría solo en casa, ese cuchitril asqueroso y diminuto de una sola habitación de alquiler en Richmond, lo dejaría allí, dejaría que ese pequeño gilipollas llorara hasta desgastarse, no quería saber nada. Estaba ya en la puerta delantera con las llaves en la mano, con la bolsa de deporte al hombro. Estaba a punto de subirse en el coche y salir. «Que aúlle, que berree hasta reventar, ese pequeño hijo de puta. Que se ahogue».
Abrió la puerta y miró hacia la calle. Era verano, hacía sol y nada de brisa, y no había nadie por ahí. Ella se quedó de pie en la puerta durante casi diez minutos, con la bolsa todavía colgada del hombro, apretando las llaves en la mano, mirando hacia el mundo. «No eres libre —se dijo a sí misma—. Si quieres sobrevivir a esto, si no quieres matarte tú o matar a tu hijo, debes darte cuenta de que no eres libre. A partir de ahora, hasta que pueda alejarse de ti por su cuenta, tu vida no significa nada… Es su vida lo que importa». Fue entonces cuando retrocedió y cerró la puerta. Cerró la calle, cerró el mundo. Cogió al niño que lloraba y lo abrazó, apretándolo mucho. «Hugo, Hugo, no pasa nada —susurro—. Todo irá bien. Estoy aquí»."



El Poder de la Palabra
epdlp.com