Historia y desventuras del desconocido soldado Schlump (fragmento)Hans Herbert Grimm
Historia y desventuras del desconocido soldado Schlump (fragmento)

"Ambos se sentaron en la cantina de la artillería y bebieron cerveza. El local pronto se llenó de artilleros y de humo de tabaco, apenas se veían los unos a los otros. Poco a poco los soldados se volvieron alegres y ruidosos, algunos comenzaron a enzarzarse ya mientras jugaban a las cartas. Schlump permaneció muy tranquilo, pero deseaba que pronto se desatara la pelea. A las diez ya se había terminado la cerveza; entonces comenzaron a beber coñac en vasos grandes. Al poco todas las mesas y las sillas acabaron volcadas, y el sargento mayor estaba tirado en medio, roncando y borracho como una cuba, ya cerca de la medianoche salieron todos a la vez, sobresaltados: unos terribles cañonazos avanzaban de norte a sur. Los soldados corrieron atropelladamente hacia sus cuarteles, cogieron las carabinas y se pusieron a disparar al aire como locos. Después regresaron a la cantina.
Schlump ya no supo qué hacían allí exactamente. En cualquier caso, ya amanecía cuando ellos regresaron a casa. Entretanto, había nevado un poco y los campos estaban cubiertos de un fino manto blanco inmaculado. Carolouis vio aquella sábana blanca y creyó sin duda que se trataba de su cama. De repente se detuvo y se desvistió, hasta quedarse en camiseta. Schlump estaba a su lado, mirándolo con asombro. Entonces comprendió que Carolouis se iba a la cama y se tumbó junto a él, pero sin desnudarse. Pronto los dos camaradas durmieron plácidamente, uno al lado del otro. Carolouis roncaba mientras soñaba con su querida Gret, de la que no se fiaba.
Junto al camino se oía el murmullo de un arroyuelo. Schlump se despertó de repente y aguzó el oído. Escuchó un sonido y un gorgoteo extraños. Se puso en pie y enseguida estuvo despierto. Carolouis seguía allí tumbado, ambos habían ido resbalando hacia el agua con la cabeza por delante. Schlump sacó a su amigo del arroyo y quiso despertarlo, pero fue imposible. Entonces lo tapó con su propio uniforme y corrió hacia el pueblo. Decidió buscar una carretilla para llevar a Carolouis a casa. Entretanto ya era de día y había gente por todas partes. Al fin, Monsieur Doby le dio un viejo carrito de niño. Y como no tenía otra cosa y no quería dejar en la estacada a su amigo, Schlump tuvo que contentarse con eso. También cogió una almohada y se puso en camino. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com