La casa en el confín de la tierra (fragmento)William Hope Hodgson
La casa en el confín de la tierra (fragmento)

"Había dejado de llover, pero los árboles goteaban aún, tristemente. Del Pozo subía un continuo murmullo de agua. Yo estaba frío y tiritaba. Tenía las ropas empapadas y me dolía todo. Muy lentamente, mi pierna dormida volvió a la vida, y, al cabo de un rato, traté de ponerme de pie. Lo conseguí al segundo intento; pero me sentía muy flojo, tremendamente débil. Me daba la sensación de que iba a caer enfermo, aunque me las arreglé para ponerme en camino y regresar a casa. Mis pasos eran vacilantes y mi cabeza estaba confusa. Cada movimiento me producía agudos dolores en las piernas.
Habría dado quizá una treintena de pasos, cuando un ladrido de Pepper atrajo mi atención y me volví, entumecido, hacia él. El viejo perro trataba de seguirme, pero no podía: aún tenía atada alrededor del cuerpo la cuerda con que lo había izado, y el otro extremo seguía firmemente amarrado en el árbol. Durante un rato manoteé torpemente en los nudos; pero estaban mojados y duros, y no pude desatarlos. Entonces me acordé de mi cuchillo, y en un minuto quedó cortada la cuerda.
Apenas recuerdo cómo llegué a casa, y menos aún los días que siguieron. De una cosa sí estoy seguro, y es que si no llega a ser por el cariño y el incansable cuidado de mi hermana, yo no estaría escribiendo en este momento.
Cuando recobré el sentido, me encontré con que había estado en cama cerca de dos semanas. No obstante, aún pasé otra más, antes de sentirme lo bastante fuerte como para dar un paseo por los jardines. Y aun entonces, no fui capaz de llegar hasta el Pozo. Hubiera deseado preguntarle a mi hermana qué altura había alcanzado el agua; pero sabía que era preferible no mencionarle el tema. En efecto, desde entonces he adoptado la norma de no hablarle nunca de las cosas extrañas que suceden en esta vieja y enorme casa.
Hasta un par de días después, no me decidí a acercarme al Pozo. Entonces descubrí que, durante mi ausencia de unas semanas, se había operado un cambio prodigioso. En vez de un barranco inundado en sus tres cuartas partes, me encontré con un lago, cuya plácida superficie reflejaba fríamente la luz. El agua había subido hasta un par de metros del borde del Pozo. Sólo en un lugar se turbaba, y era en el punto situado sobre la cueva que conducía al Pozo subterráneo, ahora profundamente sumergida bajo las silenciosas aguas. Aquí se observaba un continuo fluir de burbujas y, de vez en cuando, una especie de gorgoteo aislado y sollozante que emergía de las profundidades. Pero aparte de esto, nada se sabía de los seres que se ocultaban abajo. Mientras contemplaba este fenómeno, me dio por pensar cuán asombrosamente habían sucedido las cosas. "



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