Cosecha (fragmento)Jim Crace
Cosecha (fragmento)

"Queremos música y baile. El joven Thomas Rogers es el único gaitero y nuestro ruiseñor. No hace falta convencerlo para que coja su instrumento. A la menor oportunidad llena de aire sus pulmones y los vacía para nosotros. Comienza marcando toscamente el ritmo en el suelo con el pie y a continuación empieza a juguetear con las yemas de sus dedos sobre los diminutos orificios del puntero. Hemos sido testigos de sus esfuerzos en numerosas ocasiones. Cuando Thomas se sienta por las noches y comienza a practicar es imposible no escuchar sus fallos y sus sones por más que uno intente conciliar el sueño. Sin embargo disfrutamos con su música. De no ser por él nunca podríamos bailar. De modo que esta noche lo animamos. Lo que menos esperábamos era que una segunda voz a nuestras espaldas se uniera a la suya y con gran maestría, además. Es el señor Quill, el señor Earle. Tendremos que llamarlo señor Fiddle, señor Violín, a partir de ahora. Avanza hasta las primeras filas con su torpe caminar, dejando que sea su hombro y no su pecho el que dirija sus pasos. Encuentra un taburete para sentarse junto a Thomas Rogers, coloca el instrumento sobre las rodillas y sigue frotando las cuerdas con su arco. Al principio repite la melodía de la gaita, pero poco a poco empieza a adornarla y enseguida es él quien dicta la melodía que el gaitero ha de tocar.
Rogers no parece tan complacido como el señor Quill con el entusiasmo de nuestro aplauso. El gaitero pierde confianza y aplomo. La voz del violín, al menos desde el instante en que nuestro visitante se sienta en su taburete, provoca por momentos lágrimas y risas por igual. Su cancioncilla parece a la vez feliz en su melancolía y pesarosa por volverse demasiado alegre. Pronto los niños dejan de jugar a lanzar listones, arrojan los últimos palos a la concurrencia y se hacen dueños de la improvisada pista de baile. En ese momento, el resto de los camorristas del pueblo —los gemelos Derby, por supuesto, pero también otros embajadores del desorden— salen a bailar, cogiendo de la mano a sus hermanas y sobrinas y haciéndolas girar como remolinos. A continuación son las parejas casadas las que salen. Y finalmente un puñado de muchachas solteras se levantan y se unen a las danzas, con gran solemnidad al principio, aunque pronto sus mejillas están teñidas de rojo por el esfuerzo. Una de ellas, aquella cuya devoción y belleza sean consideradas las más notables, será reina de las espigas, nuestra Reina de la Cosecha. Será elegida en cuanto termine la música, si es que tal momento llega, si es que permitimos que eso ocurra. Y mañana será ella la primera en pisar el campo de cebada al fin derrotado. Caminará sobre los restos de los tallos, se inclinará y buscará el primer grano de los que después guardaremos para aprovisionarnos contra la fría estación que nos aguarda. "



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