Toda la noche oyeron pasar pájaros (fragmento)José Manuel Caballero Bonald
Toda la noche oyeron pasar pájaros (fragmento)

"Todo lo que ocurrió aquella noche, a partir del momento en que apareció ahorcada la muchacha, tuvo ya como la consistencia de un recuerdo antes de dejar de ser un episodio inmediato adosado a otros igualmente inmediatos. Eso fue al menos lo que intuyó el capitán Valerio Gazul, cuyo barco había atracado aquella vez al muelle de los Sirios antes de lo previsto. No quiso dormir a bordo y esperar a que aparecieran por allí a recogerlo, ya de mañana, mamá Paulina y Sagrario. Así que debían ser como las seis cuando atravesó la desierta explanada y los tinglados de poniente y subió por una calle perpendicular a la zona de atraque. Antes de torcer a la derecha, se detuvo un momento observando la parte del rompeolas, ya visible desde allí y donde había algo anómalo que no acertó a descifrar en un principio, aunque tampoco tardó en hacerlo. Y era que no distinguía la voluble oscilación de las linternas de los mariscadores, una ausencia tanto más notoria si se pensaba que era aquélla la hora más favorable de la bajamar. Nunca, a no ser en noches tempestuosas, había dejado de ver el tenue parpadeo de los faroles de quienes mariscaban entre las piedras de la escollera o recogían los palangres en los bajíos aledaños. Y en eso oyó como un espeso rumor de voces y carreras por una calle lateral, un bullicio alarmante que se catapultaba contra los opacos hondones del muelle. Dudó un momento, pero se acercó con medianas premuras y distinguió a un grupo de personas estacionadas ante el hueco sin puertas de un almacén abandonado. Dio un rodeo en busca de una visual propicia y creyó descubrir, colgando espectralmente de la granulada penumbra, la pendular silueta de un cuerpo. Miró a su alrededor y no vio sino gentes de perfil, macilentas y estáticas, los ojos ensombrecidos por una mezcla de estupor y de sueño. El morbo de la muerte los había paralizado junto a la ruinosa entrada del almacén, los capachos y faroles entre las piernas como siniestros utensilios funerarios. "


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