Los tres staretzi (fragmento)León Tolstoi
Los tres staretzi (fragmento)

"El arzobispo se sentó a popa, con la mirada clavada en el islote. Aún se divisaba a los tres staretzi. Después desaparecieron y sólo se vio la isla. Y por último ésta también se desvaneció en lontananza y quedó el mar solo y cintilante bajo la luna. Se recogieron los peregrinos y el silencio envolvió el puente. Pero el arzobispo aún no quería dormir. Solo en la popa, contemplaba el mar, en dirección del islote, y pensaba en los buenos staretzi. Recordaba la dicha que habían experimentado al aprender la plegaria y agradecía a Dios que lo hubiera señalado para ayudar a aquellos santos varones, enseñándoles la palabra divina. Esto ... palabra divina. Esto pensaba el arzobispo, con la mirada fija en el mar, cuando vio algo que blanqueaba y fulguraba en la estela luminosa de la luna. Será una gaviota o una vela blanca. Miró con más atención, y se dijo: sin duda es una barca de vela que nos sigue. ¡Pero cuán veloz avanza! Hace un instante estaba lejos, muy lejos, y ahora ya está cerca. Además, no se parece a ninguna de las barcas que yo he visto, y esa vela tampoco parece una vela. No obstante, aquello los sigue y el arzobispo no atina a descubrir qué es. ¿Un buque, un ave, un pez? También parece un hombre, pero es más grande que un hombre. Y, además, un hombre no podría caminar sobre el agua. Se levantó el arzobispo y fue adonde estaba el piloto.
-¡Mira! -le dijo-. ¿Qué es eso?
Pero en ese instante advierte que son los staretzi que se deslizan sobre el mar y se acercan a la nave. Sus níveas barbas lanzan un intenso resplandor.
El piloto deja la barra y grita: -¡Señor, los staretzi nos persiguen sobre el mar, y corren por las olas como por el suelo!
Al oír estos gritos, los pasajeros se levantaron y lanzáronse hacia la borda. Entonces todos vieron a los staretzi que se deslizaban por el mar, tomados de la mano..."



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