Yodo (fragmento)Juan Hernández Luna
Yodo (fragmento)

"Es de noche.
Como un demonio de lluvia y sal, como un relámpago de lodo y abismo, la calle muestra su espina descarnada.
Es una calle larga, delgada, sinuosa.
La calle principal del barrio.
Mi sombra se desliza lenta por las casas perdidas, bajo la inmensidad húmeda y silenciosa.
Amenaza llover. El agua se esconde en la vejiga oscura del cielo y se niega a caer en estas calles sin pavimento.
Camino hasta la parada de los camiones y levanto algunas sobras de comida: una mitad de naranja, una cáscara de lo que fue un tamal.
Son las 7:45 de la noche cuando llega el autobús número 50. El chofer baja de su unidad y me insulta, lanza una piedra para alejarme.
Dicen que atraigo la mala suerte. El chofer está seguro que si llego a tocar su camión habrá de tener un mal día y nadie subirá; no ganará dinero y su patrón se molestará por no entregarle la cuenta completa del turno. Llegará a su casa y su mujer lo puteará y le dirá cabrón jodido comemierda pinche fracasado no sé para qué me casé contigo, y al día siguiente se sentirá más inútil y entonces —para evitar todo esto— prefiere aventarme piedras para que no me acerque a su camión. De acuerdo.
Comprendo el lenguaje de los insultos y las piedras y acepto no acercarme. Sobre todo porque las piedras lastiman.
Antes, creía que las personas me arrojaban piedras simplemente por jugar, hasta el día que me golpearon en la cabeza. Fue demasiada sangre la que salió de su profundidad escondida. El sol de la mañana me produjo un mareo cuando regresaba a casa buscando refugio. Perdí el conocimiento. La sangre escurrió hasta formar una costra en toda la cara. Desperté alterado por el zumbar de las moscas alrededor de mi frente, picándome la piel, atraídas por el olor ferroso y lascivo de la sangre. "



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