Antropología y Política (fragmento)Ernest Gellner
Antropología y Política (fragmento)

"Al final del libro (pág. 404), Shnirelman admite el punto que conduce a otros investigadores, incluido yo mismo, a continuar comprometidos con el uso del concepto de revolución neolítica, es decir, con la idea de que la producción de alimentos le brindó a la sociedad humana posibilidades fundamentalmente nuevas. Es verdad que los senderos de la transformación pueden haber sido variados, prolongados y complejos; pero también es cierto que condujeron a un mundo con problemas y opciones radicalmente nuevos.
Esta era la gran barrera. Si bien Shnirelman admite esto, también reafirma su opinión de que el modo de producción no determina directamente las formaciones sociales y que sólo las determina a través de algunas variables intermediarias. Con todo, al no especificar cuáles son esas variables o al especificarlas de manera muy laxa, la exposición de Shnirelman carece de un contenido preciso.
Por lo demás, aun en este sentido debilitado, sólo se le atribuye a la revolución neolítica la condición de factor necesario pero no suficiente para el desarrollo posterior. Hay un tipo de sociedad posneolítica, la de los pastores nómadas, que, según la perspectiva de Shnirelman (este autor escribió primero un libro sobre los orígenes de la vida pastoril) constituye un callejón sin salida como lo fueron, siempre según su opinión, algunas sociedades -recolectoras altamente especializadas. La observación es muy significativa porque sitúa claramente al autor en el contexto del debate soviético (alguna vez muy vigoroso) sobre la naturaleza y la existencia del «feudalismo nómada». La observación que hace Shnirelman al final de su libro excluye la posibilidad de semejante formación social. El autor no considera la cuestión más general y más importante de si el marxismo es de alguna manera compatible con esos callejones sin salida. La promesa de una eventual salvación para toda la humanidad parecería exigir que todas las sociedades en las que se respeta el derecho a la propiedad, aunque sean aparentemente estables, finalmente lleguen a hacerse inestables y contengan la semilla de su propia destrucción, de manera que no sólo permitan, sino en verdad necesiten la aparición de «formas superiores». La teoría del callejón sin salida deja a parte de la humanidad a merced de una salvación inherentemente externa y por lo tanto accidental.
Me he concentrado en la cuestión doctrinaria que, por así decirlo, ofrece el libro con su fundamento teórico. Evidentemente el interés del libro no se limita en modo alguno a esta cuestión. Su conclusión referente a la diversidad de los procesos «neolíticos» se basa en una
revisión muy minuciosa de las transiciones hacia la agricultura que se dieron en el Cercano Oriente, en el Cáucaso, en el sur y el centro de Asia, en el sur de la China, el sudeste asiático y Oceanía, Europa, África y América. Shnirelman dedica un capítulo a cada una de estas regiones y propone siete centros primarios de la gran transición (el Cercano Oriente, dos en el Lejano Oriente, dos en África y dos en América) y una cantidad mayor de centros secundarios. Otra forma de resumir el libro sería decir que se ha basado en la obra realizada entre las dos guerras por el gran biólogo soviético N. I. Vavilov. Pero Vavilov, observa Shnirelman, fundamentó su conclusión casi exclusivamente en los datos de la biogeografía. El objeto de este volumen es reinterpretar tales conclusiones a la luz del trabajo arqueológico posterior y de un modelo más refinado de interacción entre la sociedad y el ambiente natural. La información utilizada es muy rica y la argumentación está rigurosamente eslabonada del principio al fin. "



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