Vida de Jesús (fragmento)François Mauriac
Vida de Jesús (fragmento)

"Así fue cavilando Judas; incluso en los demás, el Señor tuvo que adivinar una postrera resistencia. Entre todos sus discípulos había escogido a doce, y aun este número era excesivo. Entonces, después de seis días de meditaciones, decidió escoger a tres entre los doce. A estos tres les obligaría a creer, les obligaría a reconocer a la fuerza, por su solo aspecto, que Él era el Hijo del Altísimo. Verían de antemano al Hijo del Hombre llegar con todo el brillo de su reino, para que en la hora de las tinieblas pudiesen recordar aquella hora y no desfallecieran.
La elección del Señor, estaba hecha de antemano: Cefas, primero; y luego, Juan, porque le quiere y porque este discípulo es incapaz de soportar la menor duda, la menor tibieza, y Santiago, por ser el hermano de Juan, y porque le sigue por doquier.
Y he aquí que ese día el Hijo de Dios va a presentarse con toda su pompa ante sus tres amigos, para que un día el discípulo más amado pueda escribir: «Lo que nuestros ojos vieron, lo que nuestras manos tocaron, lo que nuestros oídos escucharon con respecto al Verbo de la vida.»
Los condujo, pues, a una montaña. Si se trataba del monte Tabor, según una tradición que se remonta hasta san Cirilo de Jerusalén, éste no se hallaba lejos de Nazaret. En los tiempos de su vida recoleta, Jesús, sin duda, se habrá retirado allí a menudo para encontrarse a solas con su Padre.
Un burgo ocupaba a la sazón la cima de aquel monte, pero no le costó descubrir un lugar desierto.
Aun cuando fuese de día, el sol de su faz cubría de sombra el cielo, y la nieve de sus vestidos entenebreció el resto del mundo. Un pobre judío vestido con una túnica de grosera lana resplandecía entonces. Esta luz es siempre la misma que reconocemos a través de los relatos de quienes le hayan visto, desde Pablo de Tarso hasta la niña Bernadette Soubirous: la luz que contemplaban los ojos ciegos del anciano Tobías. "



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