Por amor al Emperador (fragmento)Almudena de Arteaga
Por amor al Emperador (fragmento)

"Pero ya todo había terminado. Carlos regresaba al fin a nuestro lado y por sus palabras sabía que así lo anhelaba tanto o más que esta su servidora. Si todo había sido lento en el transcurrir de este perpetuo sinvivir, aun ahora que acariciaba la felicidad de nuestro cercano reencuentro, el tiempo parecía querer dilatarse inexorablemente.
Desde que pocos días después de su cumpleaños salió de Bolonia habían pasado más de tres meses. Se había detenido en Milán, en Módena, en Reggio e incluso en la fortaleza en la que tuvieron preso a Francisco después de prenderlo en Pavía y antes de mandarlo a Castilla. ¿Es que vanagloriarse de aquella pasada victoria era más importante que correr a mis brazos, que ver de nuevo a sus hijos? Felipe y María, si no fuese por cómo yo les hablaba constantemente de su padre, ya se habrían olvidado de él.
Cada vez que recibía una de sus cartas sabiendo que aún se demoraba más, la rabia me carcomía las entrañas, pero luego, al enterarme de que la siguiente venía de un poco más cerca, la última desde Marsella donde hizo un alto en la travesía, inevitablemente se me pasaba el resquemor.
Llevaba un tiempo esperándole en Barcelona cuando un emisario llegó exhausto a darme la noticia de que por fin habían divisado su escuadra en la bahía de Rosas. ¿Por qué en Rosas?
Tavera, mi hombre de confianza, me explicaba que probablemente habría sido por haberse visto obligada la capitana a cambiar de rumbo por el mal tiempo. "



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