La otra raya del tigre (fragmento)Pedro Gómez Valderrama
La otra raya del tigre (fragmento)

"Por aquellos días, Fra Filippo Lippi se encontraba aún en Florencia. La ciudad fue, en verdad, sorprendida por la moderación y recato absolutos de su vida. Su mismo protector, el magnánimo Carlos de Médicis, le llamó un día al Palacio, en el convencimiento de que el pintor hallábase tramando alguna extraña cosa. Quedó, sin embargo, sorprendido al saber que simplemente se encontraba dedicado —y esto en el propio Palacio— a pintar un cuadro sobre el cual la ciudad hacía toda clase de conjeturas. Decían las malas lenguas que era tal el temperamento amoroso del pintor, que al hallar atractiva a una mujer y no poder obtenerla para sí, se dedicaba por entero a pintarla, y, acabado el cuadro, sus ardores quedaban satisfechos. Razón ésta por la cual todos buscaban saber, por el cuadro que pintaba, el anuncio del nuevo escándalo del pintor. Desde los puentes del Arno hasta el Palazzo della Signoría, corrían los más variados rumores, mientras Filippo trabajaba imperturbablemente hasta que un día se conoció por fin la historia.
Me limito en este informe, escrito por orden de Su Majestad, a relatar cuantos hechos pude establecer durante mi estadía en Florencia; para lo cual tuve alguna dificultad, habida cuenta que han transcurrido cerca de setenta años de entonces; sin embargo, me valió en gran manera el apoyo de grandes señores y artistas. Hay un hecho evidente sobre el cuadro, y es el de que Fra Filippo lo pintó por amor. Pero la historia misma de los sucesos es variada según uno u otro la refiera. Hubo un momento en que me incliné a pensar que todas las versiones eran verdaderas, refiriéndose a sucesos diferentes, siendo ahora mi pensamiento el de que en todas y cada una de las historias se encuentra alguna cosa cierta, y que todas ellas se refieren al mismo cuadro. Las cuales historias, si no sirviesen para cosa distinta, al menos serían útiles para convencernos de que en realidad no era tan desusado el hecho de que Fra Filippo satisficiese su amor pintando a su deseada. Que esto, en verdad, lo hacen todos los artistas desde Dante Alighieri. Pero, sin dar pábulo a más meditaciones, debo pasar a ordenar, en esta breve memoria, los hechos que descubrí, los cuales, a no dudarlo, han de servir a generaciones futuras para el estudio del «quattrocento».
Todos coinciden en contar que, al ser el cuadro terminado, muchas gentes pudieron verlo en uno de los salones del Palacio de los Médicis. El cuadro era la representación de una mujer que miraba hacia el horizonte. Algún poeta, que después murió loco, dijo que el cuadro era el retrato de una mujer al borde del abismo. No se sabe por qué, decía que a pesar de no aparecer representado en el cuadro ningún abismo, el paisaje que entraba a los ojos daba la sensación del abismo bajo los pies. En todo caso, al aparecer el retrato, la curiosidad de la gente se vio satisfecha: Era la imagen de Monna Francesca, la esposa del Signore Cossimo, secretario que fue por breve tiempo de Carlos de Médicis.
Crecieron entonces los rumores y las discusiones. Naturalmente hubo pareceres encontrados al apreciar el cuadro. Unos pensaron que era un cuadro mediocre, que desdecía de la fama de Fra Filippo. Pero otros elogiaban la obra, opinando que en ella había dejado impreso todo su talento. Y, como consecuencia, ya que el pintor se mantuvo callado, vinieron las diferentes versiones sobre el cuadro, las cuales llegaron al escándalo, justamente en la época en que Fra Filippo resolvió partir hacia Prato, para pintar los frescos de la catedral. "



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