La Posmodernidad (fragmento)Hal Foster
La Posmodernidad (fragmento)

"Como ha escrito Héléne Cixous, «uno está siempre en representación, y cuando se le pide a una mujer que participe en esta representación, naturalmente se le pide que represente el deseo masculino». En efecto, las fotografías de Sherman actúan como máscaras-espejos que devuelven al espectador su propio deseo (y el espectador propuesto por esta obra es invariablemente masculino), concretamente el deseo masculino de fijar a la mujer en una identidad estable y estabilizadora. Pero esto es lo que niega la obra de Sherman, pues mientras que sus fotografías son siempre autorretratos, en ellas la artista nunca parece ser la misma, ni siquiera el mismo modelo. Podemos suponer que reconocemos a la misma persona, pero al mismo tiempo nos vemos forzados a reconocer un temblor en los bordes de esa identidad. En una serie posterior de obras, Sherman abandonó el formato de foto fija de película por el de doble página central de revista, prestándose así a las acusaciones de que era una cómplice en su propia objetificación, reforzando la imagen de la mujer limitada por el marco. Esto puede ser cierto, pero aunque la Sherman pueda posar como una chica atractiva, sigue siendo imposible obligarla a concretar.
Finalmente, cuando Barbara Kruger pega las palabras «Tu mirada me golpea la mejilla» sobre la imagen de un busto femenino extraída de un anuario fotográfico de los años cincuenta, ¿sólo está «haciendo una comparación... entre el reflejo estético y la alienación de la mirada, ambas cosas objetivadas»? ¿O no habla en cambio de la masculinidad de la mirada, las formas en que objetifica y domina?
O cuando las palabras «usted invierte en la divinidad de la obra maestra» aparecen sobre un detalle ampliado de la escena de la creación en el techo de la capilla Sixtina, ¿se limita a parodiar nuestra reverencia de las obras de arte o es un comentario sobre la producción artística como un contrato entre padre e hijos? La disposición de la obra de Kruger es siempre específica en cuanto al género; sin embargo, su sentido no es que la masculinidad y la femineidad son posiciones fijas asignadas previamente por el aparato representacional, sino que Kruger utiliza más bien un término sin contenido fijo, los transportadores lingüísticos («yo/tú»), a fin de demostrar que las identidades masculina y femenina no son en sí estables, sino que están sometidas a intercambio. "



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