Teatro Grottesco (fragmento)Thomas Ligotti
Teatro Grottesco (fragmento)

"Al fin, alguien preguntó sobre la capacidad contemplativa y las meditaciones del ermitaño, y hacia qué objetivo podrían estar dirigidas. «Lo que perseguía Ascrobius», explicó entonces el doctor, «no era un remedio para curar su enfermedad física, no era una cura en el sentido convencional de la palabra. Lo que buscaba era una anulación absoluta, no sólo de su enfermedad, sino de toda su existencia. En algunas pocas ocasiones, incluso me habló —continuó el doctor— sobre deshacer toda su vida». Después de que el doctor Klatt pronunciara estas palabras, pareció envolvernos la más profunda quietud en la fábrica abandonada en la que estábamos reunidos. Sin duda, todos se habían sentido poseídos de repente, al igual que yo, por un único objeto de contemplación: la tumba ausente, que el doctor Klatt describía como una tumba deshecha, dentro del cementerio de la colina a las afueras de la ciudad. «Así que ya ven lo que ha sucedido —nos dijo el doctor Klatt—. Ha anulado su existencia enfermiza y terrible, dejándonos con una tumba deshecha en nuestras manos». Ninguno de los presentes aquella noche en la fábrica abandonada, ni nadie más de la ciudad en la frontera del norte, creyó que no habría que pagar un precio por lo que nos reveló el doctor Klatt aquella noche. Ahora todos nos habíamos convertido en cómplices de la intromisión en aquellos sucesos que terminaron siendo descritos de manera eufemística como la «escapada de Ascrobius».
Hay que reconocer que la ciudad siempre había estado habitada por histéricos de uno u otro tipo. Sin embargo, tras la escapada de Ascrobius se produjo una sorprendente plaga de comentarios ambiguos sobre las «repercusiones antinaturales» que estaban forjándose o que ya estaban teniendo lugar por toda la ciudad. Alguien tendría que reparar aquella existencia deshecha, tal era el sentimiento general que se expresaba en diversas situaciones y escenarios oscuros. A altas horas de la noche pudieron escucharse a intervalos regulares gritos intensamente reverberantes procedentes de todas partes de la ciudad, particularmente de las zonas apartadas, y eran mucho más frecuentes que los que se producían durante los habituales altercados nocturnos. Y en el transcurso de los nublados días siguientes las calles permanecieron casi desiertas. Las conversaciones que abordaban los detalles de los terrores nocturnos de la ciudad no abundaban, o, simplemente, no se producían: quizás, me atrevería a decir, se deshicieron como el propio Ascrobius, al menos durante un tiempo. "



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