Martí el apóstol (fragmento)Jorge Mañach
Martí el apóstol (fragmento)

"Martí ya ha vencido las últimas resistencias del hombre privado y hasta alguna tentación a la mansedumbre política. Cuando el abogado oriental Urbano Sánchez Echeverría, a instancias de algunos liberales de aquella región, apuntó la idea de proponerle para diputado a Cortes por el Departamento en las elecciones ya inminentes, Martí contestó que en caso de venirle diputación semejante, se entendería que la aceptaba para defender en el Parlamento español lo único sensato que, a su juicio, podía entonces defender un cubano: la independencia. Portador y mensaje cayeron en manos de la policía. Propuesto, sin embargo, a última hora, el nombre de Martí cosechó un centenar de votos, y aquel equívoco electoral se grabó en algunas memorias celosas.
Pero no tardaría ya en fijar públicamente su posición. El 26 de abril el partido liberal le ofrece un banquete a Adolfo Márquez Sterling, correspondiendo a otro que éste le diera anteriormente con miras a una posible inteligencia entre aquel partido y el republicano que él dirigía. Márquez Sterling confía a Martí el discurso de agradecimiento. Tiene lugar el homenaje en los históricos altos del Louvre. El licenciado Gálvez lo ofrece con un discurso circunspecto, optimista, lleno de moderación liberal: una glosa del programa del partido. Luego, un poco imprevistamente para los organizadores, se le concede la palabra al sinsonte del Liceo de Guanabacoa.
Las primeras frases de Martí le muestran consciente de su precaria representación. Habla en nombre de «los espectadores de las gradas», él, «átomo encendido que tiene la voluntad de no apagarse», chispa de un incendio que no so extinguirá jamás sino bajo un «abundantísimo raudal de libertades».
El tono y la ambición sorprenden a los señores de la presidencia. Más aún cuando Martí, para celebrar la hombría pública del periodista agasajado, sentencia vibrante: «el hombre que clama vale más que el que suplica… ; los derechos se toman, no se piden; se arrancan, no se mendigan…» El disparo es de bala rasa. En algún extremo de la mesa se oye «Bien… Muy bien…» Pero el licenciado Gálvez ha fruncido el ceño, ha tomado agua, ha cambiado una mirada rápida de sorpresa con Govín, el secretario de la Junta, y con Rafael Montoro, el joven tribuno del partido. Los semblantes se muestran tensos de expectación. Después de aludir a la «incompleta libertad conquistada, de nadie recibida», Martí se lanza en un crescendo de hipótesis que suspenden el aliento de todos los comensales. Si la política liberal cubana ha de procurar enérgicamente el planteamiento y solución radical de los problemas todos del país, …por soberbia, por digna, por enérgica, yo brindo por la política cubana. Pero si, entrando por senda estrecha y tortuosa, no planteamos con todos sus elementos el problema, no llegando, por tanto, a soluciones inmediatas definidas y concretas; si olvidamos como perdidos o deshechos, elementos potentes y encendidos; si nos apretamos el corazón para que de él surja la verdad que se nos escapa por los labios; si hemos de ser más que voces de la patria disfraces de nosotros mismos. "



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