El hombre que dijo adiós (fragmento)Anne Tyler
El hombre que dijo adiós (fragmento)

"Para las fechas navideñas, la editorial siempre reeditaba a lo grande uno de nuestros títulos antiguos: El libro de los regalos para principiantes. Nos las ingeniábamos para que lo expusieran junto a las cajas registradoras por toda la ciudad, con un lazo de raso rojo en cada ejemplar. En mi opinión, el lazo era ilógico. Al fin y al cabo, el libro era «sobre» regalos; no era un regalo en sí mismo. Pero a Irene le encantaba el lazo, una idea que se le había ocurrido hacía ya varios años, y Charles aseguraba que encajaba bien. Por norma general delegábamos en Charles todas las cuestiones sobre los gustos de la gente. Era el único empleado que llevaba lo que yo consideraba una vida normal: casado con la misma mujer desde hacía una eternidad, con trillizas adolescentes. Le gustaba contarnos anécdotas cotidianas divertidas, al estilo de La tribu de los Brady, sobre sus hijas, y los demás lo escuchábamos con la misma atención que varios antropólogos que estudiaran las costumbres de otros pueblos.
Nandina y yo no preparábamos casi nada especial para Navidad. Habíamos dejado de hacernos regalos hacía años, y aparte de la corona de pino que Nandina compraba en el supermercado, no hacíamos ningún amago de decorar la casa. El día de Navidad comíamos en casa de la tía Selma, tal como habíamos hecho desde la infancia. Ni siquiera mi matrimonio había cambiado esa costumbre, aunque Dorothy y yo nos jurábamos cada año que la próxima vez que llegara Navidad haríamos algo distinto. La comida era deprimente y la lista de invitados había ido acortándose conforme varios parientes habían muerto o se habían marchado a vivir a otro sitio. Este año solo estábamos cinco a la mesa: la propia tía Selma, Nandina y yo, y el hijo de la tía Selma, Roger, con su jovencísima tercera esposa, Ann-Marie. No habíamos visto a Roger ni a Ann-Marie desde las navidades anteriores, así que teníamos que pasar por el mal trago de hablar de la muerte de Dorothy. Roger era una de esas personas que preferían fingir que no había ocurrido. Es más, saltaba a la vista que lo incomodaba que yo hubiese tenido el mal gusto de ir a la celebración. Pero Ann-Marie se zambulló de cabeza. "



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