Los filos de la noche (fragmento)Manuel Rico
Los filos de la noche (fragmento)

"Fue un largo páramo de incomunicación, un desierto de seis años que se desarrolló con endiablada rapidez. De ese tiempo, lleno de avatares y conmociones políticas, recuerdas muy poco de lo que fue tu vida privada. Era como si el retorno de las vacaciones y la vuelta al trabajo se extendieran sobre los años desplegando un inmenso otoño del que sólo despertarías aquel fatídico lunes de la primavera del setenta y seis. Te das cuenta de que el recuerdo no es uniforme, que se extiende en tu cerebro de modo irregular, que recupera con nitidez determinados momentos, mientras otros —incluso largos períodos de tiempo— se pierden sin remedio bajo una impresión de conjunto.
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La frase ha salido de tus labios con un poso de duda. Tomas conciencia de ciertos cambios en el comportamiento de Elia a los que entonces no diste importancia, cambios a los que ella te enfrenta hoy con la valiosa lupa de su confesión y de sus revelaciones: recuerdas que disminuyó su asistencia a las reuniones. Y aunque para explicar sus ausencias utilizaba la excusa de que tenía que corregir exámenes, o preparar las clases, lo cierto es que en aquel período intensificó su dedicación a la pintura. Recuerdas ahora, y de manera borrosa, cómo la imagen del caballete con el cuadro a medio pintar que había presidido durante meses la zona del apartamento junto a la ventana, comenzó a mostrar, en aquellos días, bocetos, óleos distintos —que mirabas de paso a tu regreso a altas horas de la noche después de interminables reuniones—. También recuerdas sus visitas, algunas tardes, a ciertas exposiciones. Piensas que tal vez fueran indicios de una transformación de la que no te percataste y que, sin embargo ahora, al calor de su confesión, se confirma.
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Tiempo fugitivo en el que tu memoria resbala. Seis años planos, en los que sólo destacan fragmentos de una realidad dura, casi inexplicable en su fugacidad: aquel diciembre del setenta y tres, Carrero Blanco por los aires y el proceso 1001 en los periódicos, cierre por una semana del local de la asociación, dormir fuera de casa hasta que el horizonte aclarara, dos caras de una moneda, miedo y euforia, y una conciencia clara de que el país entraba de manera irreversible en el tiempo de la libertad. La revista, en los años que ahora evocas, mantuvo un nivel de ventas sostenido. El cine club, tras el bache posterior al abandono de Rosa, cobró nuevos bríos con la incorporación de Jesús y el barrio se avivaba al calor del desperezamiento general del país. "



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