Noche en Bombay (fragmento)Louis Bromfield
Noche en Bombay (fragmento)

"Mistress Trollope sonrió, pero fue una sonrisa forzada. Con ella entraba algo en la habitación: algo a un tiempo indefinible, innombrable, pero no por eso menos positivo. Sonrió, pero era como si la sonrisa fuese arrancada de las profundidades de su alma. Con la rapidez de una serpiente se dio cuenta de la escena: Buck, sentado en la cama; Bill, inclinado contra el anticuado lavabo, y Carol, de pie, entre la mesa y la maleta medio deshecha. Su persecución la había hecho irrumpir en una atmósfera, en un mundo en el que ella no tenía parte, en un mundo que en cierto modo estaba más allá de su comprensión. Era como si una pared de vidrio o de cristal la separase a ella de los otros tres. Estaba con ellos en la misma habitación; podía aproximarse y tocarles, y sin embargo, por el momento no había entre ellos medio de comunicación. Algo nuevo se había introducido en su relación con Carol. Lo sabía mucho antes de que los demás adivinasen nada.
También Carol se dio cuenta de que con aquella mujer había entrado en la habitación, algo que cambiaba y complicaba la atmósfera. Su expresión se endureció y su actitud se puso fría, sin saber concretamente por qué ni tener otra noción que la de una voz que en su interior decía: «Esa mujer me persigue. Me espía. Bueno está lo bueno, pero esto ya es demasiado.»
En cuanto a Mrs. Trollope, se le había puesto la cara apergaminada y gris; durante aquel segundo de comprensión le pareció que pasaba una eternidad: durante aquel segundo que permaneció de espaldas a la puerta, le pareció que el corazón le dejaba de latir.
[...]
Todos acabaron sus bebidas y bajaron las escaleras. Apenas estuvieron fuera de las cuatro paredes de la desmantelada habitación, la tirantez se esfumó y la reemplazó una especie de alegría histérica. El bar estaba atestado de pasajeros del Victoria y de un enjambre de turistas de un buque de crucero que acababa de entrar, en su mayor parte solteronas maduras y viejas y viudas que se sentaban durante largo rato delante de un único y peligroso ginfizz, gozando con la «perversa» vida del Oriente. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com