Las dos fuentes de la moral y de la religión (fragmento)Henri Bergson
Las dos fuentes de la moral y de la religión (fragmento)

"Los espíritus que se supone presentes por todas partes en la naturaleza no se parecerían tanto a la forma humana si no se representase así ya a las almas. Por su parte, las almas desprendidas de sus cuerpos no tendrían influencia en los fenómenos naturales si no fuesen del mismo género que los espíritus y más o menos capaces de tomar lugar entre ellos. Pueden causar daño, pueden prestar servicios, disponen, hasta cierto punto, de lo que llamamos las fuerzas de la naturaleza. En sentido propio y en sentido figurado, producen la lluvia y el buen tiempo. Hay que abstenerse de lo que pueda irritarles y esforzarse por ganar su confianza. Se imaginan mil medios para conquistarlos, comprarlos, hasta engañarlos. Una vez que la inteligencia entra en esta vía, casi no hay absurdo en que no pueda caer. La función fabuladora trabaja ya bastante bien por sí misma. ¡Qué no sería si está aguijoneada por el temor y la necesidad! Para evitar un peligro o para obtener un favor se ofrece al muerto todo lo que se cree que desea. Se llegará hasta a cortar cabezas si ello puede serle agradable. Los relatos de los misioneros están llenos de detalles a este respecto. Puerilidades, monstruosidades, la lista de las prácticas inventadas aquí por la estupidez humana es interminable. Si no viéramos más que estas cosas, se sentiría uno tentado a tomar asco a la humanidad. Pero no hay que olvidar que los primitivos de hoy o de ayer, habiendo vivido tantos siglos como nosotros, han tenido tiempo de exagerar y como de exasperar lo que podía haber de irracional en las tendencias elementales, bastante naturales. Los verdaderos primitivos eran sin duda más sensatos, si se atenían a la tendencia y a sus efectos inmediatos. Todo cambia, y como antes decíamos, el cambio se hace en superficie si no es posible hacerlo en profundidad. Hay sociedades que progresan, probablemente aquellas que por condiciones de existencia desfavorables se han visto obligadas a cierto esfuerzo para vivir y que de tanto en tanto han consentido en acentuar su esfuerzo para seguir a un iniciador, a un inventor, a un hombre superior. El cambio aquí es un aumento de intensidad; la dirección es relativamente constante y encaminada a una eficacia cada vez mayor. Hay, también, sociedades que conservan su nivel, necesariamente bastante bajo. Como a pesar de todo cambian, se produce en ellas, no una intensificación, que sería un progreso cualitativo, sino una multiplicación o una exageración de lo primitivamente dado: la invención, si se puede aún emplear esta palabra, no exige ya esfuerzo. De una creencia que respondía a una necesidad se pasa a una creencia nueva, que se parece exteriormente a la precedente, y que acentúa en ella tal o cual carácter superficial, pero que ya no sirve para nada. Desde ese momento se amplía sin cesar, pero dando siempre vueltas al mismo tema. Por el doble efecto de la repetición y de la exageración, lo irracional se convierte en absurdo y lo extraño en monstruoso. "


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