Glamourama (fragmento)Bret Easton Ellis
Glamourama (fragmento)

"Nos alojamos en el Chateau Marmont, en una suite gigantesca con una terraza el doble de grande que la habitación y vistas al sector oeste de la ciudad. Cuando no le apetecía hablar, Chloe se metía corriendo en el baño, conectaba el secador a toda pastilla y dirigía el chorro de aire hacia mi rostro relajado y perplejo. Durante aquellas semanas me estuvo llamando su «pequeño zombi». Me presenté a una prueba para interpretar al amigo de un drogadicto en el episodio piloto de una serie ambientada en un hospital que nunca llegó a grabarse y no conseguí el papel, pero no me importó gran cosa porque iba siempre tan colocado que hasta tenía que leerme dos veces las cosas que Paula Abdul decía en las entrevistas. Chloe siempre estaba «muerta de sed», siempre había algún preestreno al que asistir, siempre decíamos cosas incomprensibles, las calles siempre estaban —inexplicablemente— cubiertas de confeti, Herb Ritts siempre nos invitaba a alguna barbacoa a la que siempre asistían Madonna o Josh Brolin o Amy Locane o Veronica Webb o Stephen Dorff o Ed Limato o Richard Gere o Lela Rochon o los Ace of Base, y donde siempre nos servían hamburguesas de pavo que nosotros siempre regábamos con té frío de pomelo, mientras la ciudad se llenaba de hogueras que rivalizaban con los focos de los estrenos.
En una fiesta que organizó Lily Tartikoff en Barneys para recoger fondos contra el sida explotaron varias bombillas, Chloe tomó mi mano inerte en la suya —áspera— y la apretó una sola vez, a modo de advertencia, cuando un reportero del canal E se interesó por el motivo de mi presencia y yo le dije que necesitaba una excusa para estrenar mi último esmoquin de Versace. Las escaleras eran tan empinadas que a duras penas logré alcanzar el último piso, pero una vez allí Christian Slater me recibió con una palma en alto y luego llegamos junto a Dennis Leary, Helen Hunt, Billy Zane, Joely Fisher, Claudia Schiffer y Matthew Fox. Alguien me señaló a una tercera persona y comentó en voz baja: «El piercing le salió rana», antes de perderse de nuevo entre los invitados. Se hablaba de taparse la cabeza y de quemarse las uñas. "



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