Y las cucharillas eran de Woolworths (fragmento)Barbara Comyns
Y las cucharillas eran de Woolworths (fragmento)

"Charles estaba cada día más desesperado. Yo lo sentía por él, pero también me enfadaba. Entonces la mujer que vivía en la buhardilla, que ya tenía dos hijos, me dijo que a ella le habían hecho una operación cuando descubrió que iba a tener otro. Me dijo que le había costado cinco libras y que le habían quitado el bebé, pero que después había pasado tres meses enferma. Era una buena mujer y una buena madre, pero su marido llevaba mucho tiempo sin trabajo. Me consoló ver que hasta las mujeres más buenas se deshacían de las criaturas, pero no me gustaba la idea de pasarme tres meses enferma. Se lo dije a Charles, por si creía que yo debía operarme también, y me alegró oírle decir que a él tampoco le gustaba la idea.
Entonces se enteró de que había un médico que hacía una operación ilegal por veinticinco libras. Dijo que le habían hablado de varias personas que habían acudido a él y no habían muerto ni habían enfermado ni nada parecido, de modo que acepté ir a ver a ese médico si conseguía las veinticinco libras. Confiaba en que no fuera capaz de encontrar semejante suma de dinero, pero se dirigió a cinco de nuestros amigos más ricos y les dijo que debíamos varias semanas de alquiler y que nos iban a poner en la calle si no pagábamos de inmediato, y todos ellos le dieron cinco libras; yo esperaba que no se encontraran en algún momento e intercambiaran opiniones. Ann fue una de las personas que le prestó cinco libras, pero no sabía para qué eran en realidad. No le habíamos contado lo de esa infeliz criatura. Ella fue la única a la que devolvimos el dinero. Tirar veinticinco libras en esta operación me parecía un despilfarro espantoso. Pensaba en todas las cosas bonitas que habríamos podido comprar para el piso con ese dinero, o podríamos habernos ido de vacaciones a la playa y además habernos comprado ropa nueva.
No me apetece mucho escribir sobre la operación en concreto. Fue horrible y no funcionó como tenía que funcionar. No podía ir al hospital porque habríamos acabado todos en la cárcel. Hasta el propio médico hizo todo lo que pudo para que me recuperara, aunque se moría de miedo de acercarse a mí cuando vio que todo había ido mal. Acabé mejorando, pero mi cabeza nunca se recuperó del golpe. Me sentía asqueada; tenía la sensación de que me habían engañado quitándome a mi niño. Ahora que ya no lo tenía, quería tenerlo más que nunca; creía que había sido demasiado débil. Tendría que haber dejado a Charles y haberme ido a algún lado a tener el bebé. Si me hubiera convertido en una vagabunda, teniendo a Sandro a mi lado, seguramente alguien nos hubiera recogido, pero, en lugar de ello, había matado a la criatura. "



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