Gente de verdad (fragmento)Alison Lurie
Gente de verdad (fragmento)

"Me he quejado de Clark, de su idea de que la literatura es solo un hobby más bien excéntrico para un ama de casa. Pero aquí todo el mundo, incluso Kenneth, tiende a hablar de mi vida en Westford como si fuera un hobby más bien excéntrico para una escritora. Puesto que parece interferir con mi trabajo, ¿por qué no lo dejo? No ven lo que H. H. W. ha visto en un instante, que esa vida es la sustancia esencial de mi obra, sin la cual no habría ni Janet Belle Smith ni más cuentos.
En realidad, a la mayoría de la gente no le gusta la idea de que una mujer seria sea escritora, o la encuentran incongruente. Prefieren olvidar una de las dos cosas: o bien que eres escritora, o bien que eres mujer. «La elección de siempre, en mi caso», dijo ella con sarcasmo. Por eso, en las entrevistas se menciona que H. H. W. sabe hacer tarta de melocotón, como si fuera la cosa más extraña u original del mundo.
Seguía tan preocupada con Una, que le conté lo que había dicho Nick. Se rió pero lo entendió. Ella no había tenido tantos problemas con él, dijo; su problema estaba en un nivel más primitivo, religioso. Había descubierto que, si no prestaba atención, empezaba a antropomorfizar todas las cosas de la naturaleza: las nubes, las ranas, las hojas, la lluvia, hasta las ramitas y las piedrecitas, «de la manera más insidiosa y empalagosa». Y dijo, lo que puede ser cierto, que en mis mejores cuentos probablemente no aparecía Una. (Pero si fuera cierto, mis mejores cuentos serían los que escribí hace más de cinco años.)
También traté de contarle cómo esta primavera había sentido que hay algo aburrido en mis escritos. H.H. Waters no me dio ningún consejo, pero lo comprendió y me contó una bonita anécdota sobre cómo empezó ella a escribir poesía. Estaba en su segundo año de secundaria. Su profesor de lengua le había mandado hacer una redacción y no se le ocurría ninguna idea. Estaba sentada en el balancín del porche de la entrada de su casa quejándose de ello a su tío, que había salido a fumar, cuando pasó por la calle el camión de la lavandería. Su tío saludó con la mano al camión y dijo: «¿Por qué no escribes sobre esto? "



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