Ríos de humo (fragmento)Amitav Ghosh
Ríos de humo (fragmento)

"La cama del dormitorio era uno de los elementos más lujosos: un baldaquín de cuatro columnas, situado de forma que Bahram pudiera contemplar el puerto a través de las ventanas del camarote. Así pudo advertir, como jamás había tenido oportunidad hasta ese momento, lo rápido que estaba cambiando Singapur.
El astillero de Tivendale se hallaba en la desembocadura del río Singapur, entre el muelle interior del puerto, que estaba en el estuario, y el fondeadero exterior, que estaba en la bahía. La popa del Anahita, anclado entre esos dos puntos, tendía a girar con el flujo de las mareas: cuando apuntaba hacia el exterior, Bahram divisaba centenares de botes y gabarras tongkang, que se arremolinaban en torno a los buques anclados en la bahía. De regreso a tierra firme, los botes pasaban a veces tan cerca del Anahita que Bahram incluso oía a los barqueros chulia charlando entre ellos, gritando o cantando en tamil, telugo y oriya. Cuando la popa del Anahita cambiaba de dirección, Bahram se topaba con una vista panorámica de depósitos y oficinas portuarias de nueva construcción. De vez en cuando, el Anahita se alejaba tanto que Bahram incluso veía el muelle de atraque río arriba, donde los pequeños «botes nativos» desembarcaban mercancías y pasajeros.
La actividad era incesante, el tráfico marítimo continuo y, mientras contemplaba tanto movimiento, Bahram empezó a entender por qué varios hombres de negocios a los que conocía habían comprado recientemente, o alquilado, depósitos y daftars en Singapur: parecía bastante probable que aquel nuevo enclave acabara superando a Malaca en importancia comercial. Esa cuestión despertó en Bahram sentimientos contradictorios: tenía la sospecha de que el enclave, construido por los británicos, no sería un lugar tan tolerante como la Malaca de otros tiempos, donde malayos, chinos, guyaratíes y árabes convivían en armonía con los descendientes de las antiguas familias portuguesas y holandesas. Singapur había sido diseñado de manera que la «ciudad de los blancos» quedara claramente separada del resto del enclave, donde a chinos, malayos e indios se les había asignado su propio barrio, o gueto, como lo llamaban algunos. "



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