Con el reflujo del océano de la vida "(...) Mientras recorro las playas que no conozco mientras escucho la endecha las voces de los hombres y mujeres náufragos mientras aspiro las brisas impalpables que me asedian mientras el océano, tan misterioso se aproxima a mi cada vez más yo no soy sino un insignificante madero abandonado por la resaca un puñado de arena y hojas muertas y me confundo con las arenas y con los restos del naufragio. Oh! desconcertado, frustrado, humillado hasta el polvo oprimido por el peso de mí mismo pues me he atrevido a abrir la boca sabiendo ya que en medio de esa verbosidad cuyos ecos oigo jamás he sospechado qué o quién soy a no ser que, ante todos mis arrogantes poemas mi yo real esté de pie, impasible, ileso, no revelado señero, apartado, escarneciéndome con señas y reverencias burlonamente amables con carcajadas irónicas a cada una de las palabras que he escrito indicando en silencio estos cantos y, luego, la arena en que asiento mis pies. Ahora sé que nada he comprendido, ni el objeto más pequeño y que ningún hombre puede comprenderlo. La naturaleza está aquí a la vista del mar aprovechándose de mí para golpearme y para herirme porque me he atrevido a abrir la boca para cantar. (...) Bajad, aguas del océano de la vida (ya volveréis en la pleamar) no ceses en tus gemidos, vieja madre cruel llora sin término por tus hijos abandonados pero no temas no me niegues no susurres con voz tan ronca y colérica contra mí cuando te toco o me aparto de ti. Os amo tiernamente a ti y a todos hago provisión para mí y para esta sombra que nos mira y nos sigue a mí y a lo que me pertenece. Yo y lo mío, hileras de hierba, pequeños cadáveres espuma blanca como la nieve, burbujas. Ved cómo de mis labios muertos mana el fango al fin ved cómo los colores del prisma relucen y se agitan manojos de paja, arenas, fragmentos puestos a flote por muchos humores contradictorios por la tempestad, la calma, las tinieblas las olas embravecidas, pensativos, un hálito, una lágrima salobre una salpicadura de agua o fango arrojados igualmente desde las fermentaciones insondables del abismo uno o dos capullos marchitos, desgarrados igualmente flotando sobre las olas a la deriva igualmente para nosotros aquella endecha sollozante de la Naturaleza nos acompaña el clangor de las trompetas e las nubes nosotros, caprichosos, traídos acá no sabemos de dónde tendidos ante ti, tú allá arriba, caminas o te sientas quienquiera que seas, también nosotros yacemos náufragos a tus pies." epdlp.com |