Memorias de una osa polar (fragmento)Yoko Tawada
Memorias de una osa polar (fragmento)

"Para volver a casa tomé el atajo que discurría por un callejón oscuro, situado detrás de la estación. Había cinco chicos merodeando, uno de ellos dibujaba unos signos extraños en la pared con un espray. Sentí curiosidad, así que me detuve y me puse a observarlos sin decir nada. El más bajito reparó en mi presencia y quiso ahuyentarme. «¡Eh, tú, largo!» No soporto que intenten excluirme de un grupo, así que me puse testaruda: no estaba dispuesta a retroceder un solo paso. Los otros cuatro jóvenes se dieron cuenta de que allí había alguien más. Uno de ellos me preguntó de dónde era. «De Moscú.» Al momento, los cinco se abalanzaron sobre mí, como si la palabra «Moscú» fuese un código secreto que significaba «¡Al ataque!». No pretendía herir a aquellos muchachos jóvenes y delgados, con el cuero cabelludo suave y al aire, pero como mínimo debía defenderme, así que repartí unos cuantos golpes suaves con las zarpas abiertas. El primer chico cayó de culo, no se pudo volver a levantar y se quedó mirándome estupefacto. El segundo salió volando y luego se puso en pie, apretó los dientes y trató de derribarme, pero de nuevo acabó despedido por los aires, ligero como una pluma. El tercero sacó una navaja del bolsillo de la chaqueta y quiso apuñalarme. Se me acercó, yo lo esperé y, en el último segundo, me aparté hacia un lado, me di la vuelta y lo empujé por la espalda. Se estrelló contra un coche que estaba aparcado y, fuera de sí, corrió hacia mí con el labio roto. Volví a esquivarlo y le propiné un último empujón por detrás. El chico cayó al suelo, pero rápidamente se incorporó, esta vez para salir huyendo. Sus amigos estaban ya a varios kilómetros. El Homo sapiens se desplaza lentamente, como si le sobrara mucha carne, y eso que es muy delgaducho. Parpadea demasiado, sobre todo en situaciones decisivas, cuando lo importante es verlo todo. Si no pasa nada, se le ocurre algún motivo para tener que moverse rápidamente, pero cuando acecha un verdadero peligro, actúa con demasiada lentitud. El Homo sapiens no está hecho para el combate, debería emular a las liebres y los ciervos y aprender las virtudes y el arte de la huida. Pero el combate y la guerra le encantan. ¿Quién ha podido crear una criatura tan tonta? Hay personas que afirman ser la viva imagen de Dios. Eso sería una ofensa para Dios. En el norte de nuestro planeta hay pequeños pueblos que recuerdan que Dios tenía el aspecto de un oso.
En el suelo había una chaqueta de cuero negra, de buena calidad. Me la llevé a casa, de regalo para Wolfgang. "



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