La verdad en la ilusión (fragmento)Luis Antón del Olmet
La verdad en la ilusión (fragmento)

"Miré a lo alto y no vi la techumbre. Los rascacielos de Norte América, que yo adivine en fotografía y que me parecieron una extravasación de la vanidad humana, serían chozas junto a este palacio cuyas veletas podrían meterse por los ojos de la luna. El zaguán era enorme. No había porteros ni conserjes. Unos ascensores vertiginosos subían y bajaban a cientos, a miles, causando mareo.
Nos izó uno, ligero como un meteoro, y dimos en cierta estancia descomunal, por la que pululaban como sombras, los hombres nuevos.
La impresión que todo aquello me produjo fue enorme. El siglo XXIV, contemplado en un solo individuo, analizado en una sola célula, y, sobre todo, poniendo en la investigación toda la curiosidad que inspira, como estupendo, resultaba, si no agradable, tolerable. ¡Ah, pero el siglo XXIV, visto en conjunto, atisbado en grandes masas, era horrible, horrible!
¡Aquellos casinos del siglo XX, adorables, ruidosos, llenos de simpatía! ¡Aquellas gentes de mi tiempo, risueñas, gozosas! ¡Aquel Abigarramiento feliz! ¡Aquella ligereza para juzgarlo todo, para mirar al país, para resolver las cuestiones políticas!
Esto, en cambio, era como asamblea de hipocondríacos, de fúnebres. Muebles de cristal, monótonos, sin arte, sin lujo. Unos hombres flacos, larguiruchos y feos. Unas conversaciones breves, sobre cosas de interés sumo. Ni un chiste, ni un comentario, ni una mordacidad. No había tapete verde, ni billar, ni periódicos, ni mesitas de tresillo, ni humo de cigarros fumados apaciblemente, ni una risotada ni el paso frufruante de unas faldas que cruzan. "



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