Un capricho de la naturaleza (fragmento)Nadine Gordimer
Un capricho de la naturaleza (fragmento)

"Los hombres que habían tomado con ella papilla de maíz y col en casa de mamá Sophie iban ahora a Argelia y la Unión Soviética en lugar de ir a China. Las alianzas cambiaron; ella siguió adelante.
Puede que se debiera a que se encontraba otra vez en un país donde podía hablar su propio idioma y por lo tanto moverse más libremente, pero resulta difícil seguirle el rastro cuando la gran familia del embajador volvió a cambiar de residencia para establecerse en su nuevo destino de África occidental. Ésta es, pues, otra laguna; desde luego; está en las miradas momentáneas de aquéllos que se cruzaron con ella en las calles de Acra un sábado, que se toparon con ella cuando se abría paso entre los pequeños autobuses abiertos y las tintineantes campanillas de los vendedores ambulantes, los gritos y el chapoteo de los neumáticos al pasar por las alcantarillas desbordadas, pero en poco puede asociarse a una identidad próxima, concreta. Sus amigos de Dar es Salaam no tuvieron noticias de ella. El pasaporte de su tía Olga no era reconocido en los países africanos que ésta sobrevolaba camino de Israel o de Europa; cualquiera que se encontrara en aquel borroso matorral de allí abajo, entre las nubes, estaba perdido. Pauline le hubiera escrito de haber sabido dónde hallar a su sobrina, de la misma forma que hubiera buscado a Ruthie. En una ocasión, Carole sugirió que podían intentar averiguar algo a través del Congreso Nacional Africano… Desde luego, aquella idea no podía habérsele ocurrido a la pequeña Carole solita, ¿podía estar Sasha detrás? Pero Sasha no hablaba nunca de su prima; estaba harto de las relaciones familiares, y ahora que había terminado el colegio vivía en casa en presencia de Pauline, como un amante repudiado, rechazando la aserción por parte de ella de sus vínculos de seres afines y pasando el tiempo con amigos de la universidad. Tal como había vaticinado, fue llamado a filas, pero Joe consiguió que le concedieran una prórroga. Joe tenía colegas nacionalistas afrikaner a quienes, si bien sabían que él y la bocazas de su mujer no estaban políticamente de acuerdo con ellos, el compañerismo profesional obligaba a interceder por su hijo. La sugerencia de Carole estaba totalmente fuera de lugar (era típica de Sasha). El CNA era una organización prohibida y cualquier relación con ella que fuera detectada podía ser tachada de traición; los dirigentes de la fiesta de Lilliesleaf habían sido condenados a cadena perpetua, y el único hombre al que quizá hubiera podido confiarse tal investigación, el abogado Bram Fisher —a quien Joe, como todo el que aborrecía el racismo, estimaba y admiraba pero no llegaba a emular—, había sido detenido, había pasado a la clandestinidad y luego había vuelto a ser capturado y condenado a cadena perpetua, tras declarar que su conciencia no le permitía acatar leyes aplicadas por un organismo en el que tres cuartas partes de la población del país no tenían voz. "



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