Solenoide (fragmento)Mircea Cartarescu
Solenoide (fragmento)

"Escucho distraído muchas lecciones. No ponen pasión, yo soy un dios tolerante. No relampagueo y no trueno. Así que muchos fieles se dedican a sus asuntos cotidianos y se olvidan de recitar sus oraciones. Saco al encerado a Valeria, la chica gordita, morena y sudorosa que ocupa el pupitre junto a la ventana. Siempre que mi mirada se cruza con la suya, recuerdo la bochornosa situación en la que nos encontró, hace un año, la señora de la limpieza, cuando yo le explicaba algo sentado en su pupitre en un aula a oscuras. Nos sobresaltamos violentamente los dos cuando se abrió la puerta. No me había dado cuenta de que había caído la tarde. Y la gente del barrio habría podido pensar cualquier cosa. Ahora Valeria estaba escribiendo en el encerado y, de repente, en el aula quedaba solo ella, con la tiza en la mano, todo lo demás estaba sumergido en la bruma. Porque —ahora me doy cuenta— llevaba las uñas pintadas, algo que no era nada extraordinario, pues muchas chicas de octavo se las pintaban rápidamente en el váter, antes de las clases con los profesores más permisivos, para después, también en el baño, limpiárselas con acetona si tenían clase con las profesoras arpías. Sin embargo, Valeria tenía cada uña de la mano derecha pintada de un color diferente, como las de Aura en aquella otra ocasión, pero lo que me sorprendió y me hizo palidecer fue que cada uno de sus dedos era del color de los anillos de hormigón colocados en la base de las maquinarias de la antigua fábrica, en el mismo orden y exactamente con los mismos matices: rosa-sucio, azul oscuro, escarlata, anaranjado-siena, amarillo intenso y luminoso. "


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