Los raros (fragmento)Rubén Darío
Los raros (fragmento)

"Y lo que nos faltaba también era una firme disciplina, una línea de conducta precisa y resuelta. Ciertamente, el sentimiento de la Belleza, el horror de las abobadas sensiblerías que deshonraban entonces la poesía francesa ¡lo teníamos nosotros! ¡Pero qué! Tan jóvenes, desordenadamente y un poco al azar era como nos arrojábamos a la brega y marchábamos a la conquista de nuestro ideal. Era tiempo de que los niños de antes tomaran actitudes de hombres, que de nuestro cuerpo de tiradores formase un ejército regular. Nos faltaba la regla, una regla impuesta de lo alto, y que sobre dejarnos nuestra independencia intelectual, hiciera concurrir gravemente, dignamente, nuestras fuerzas esparcidas, a la victoria entrevista. Esta regla la recibimos de Leconte de Lisie.
Desde el día en que François Copee, Villiers de l'Isle Adam y yo tuvimos el honor de ser conducidos a casa de Leconte de Lisie — M. Luis Ménard, el poeta y filósofo, fue nuestro introductor — , desde el día en que tuvimos la alegría de encontrar en casa del maestro a José María de Heredia y a León Dierx, de ver allí a Armand-Silvestre, de reencontrar a Sully Prudhomme, desde ese día data, hablando propiamente, nuestra historia, que cesa de ser una leyenda; y entonces fue cuando nuestra adolescencia se convirtió en virilidad. En verdad, nuestra juventud de ayer no estaba muerta de ningún modo, y no habíamos renunciado a las azarosas extravagancias en el arte y en la vida. "



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