Páginas escogidas (fragmento)Francisco de Asís de Icaza
Páginas escogidas (fragmento)

"Herrera, en sus anotaciones a Garcilaso, dio la medida de la estimación que le merecía comparándole con el poeta que comentaba y copiando con elogio composiciones suyas, las primeras, quizá las únicas, que por entonces vieron la luz. Varias frases laudatorias repartidas en versos de poetas de aquellas centurias —de Cueva, de Alcázar, de Vadillo, de Mesa— demuestran que se le recordaba con aplauso, primero, que no se olvidó del todo después, y que estaba en lo cierto Pacheco cuando escribía que «la voz común y general aprobación lo libran del rigor del tiempo y oscuridad del olvido». Pero apenas si por un párrafo de Argote de Molina, que en su Discurso de la poesía lo menciona diciendo, «y el ingenioso Iranzo y el terso Cetina, que de lo que escribieron tenemos buena muestra, de lo que pudieron más hacer y lástima de lo que se perdió con su muerte», podemos deducir que en 1575, fecha del libro en que se inserta el Discurso, había muerto ya prematuramente.
Más tarde, en el Parnaso español, de Sedano, se ha perdido ya hasta la noción de la época en que vivió pues se le confunde con el vicario Gutierre de Cetina, que cerca de tres cuartos de siglo después de muerto el poeta expidió en Madrid las aprobaciones de muchos libros. Todavía en 1890, y en «La Ilustración Española y Americana», un señor Gutier de Arriaza repetía la equivocación.
Don Adolfo de Castro, en los apuntes biográficos de que hace preceder el tomo XXXII de la Biblioteca de Rivadeneyra, habla del viaje de Cetina a Italia, supone que a su regreso «Sevilla no era la Sevilla de su juventud», y añade: «México, donde asistía con cargo en el gobierno un hermano de Cetina, le ofreció con los atractivos del cariño fraternal la esperanza de adquirir los bienes que hasta entonces la fortuna le había negado obstinadamente. De México tornó de nuevo a su patria para que el lugar de su cuna fuese el de su sepulcro.» Como se ve, los apuntes son puro fantaseo. Ni Cetina marchó en su vejez a México, sino hacia los veintiséis años de su edad, ni estaba en la pobreza. «Era gente poderosa y noble», como dice Pacheco; no fue a buscar a un hermano suyo, sino acompañando a su tío Gonzalo López, procurador general de Nueva España; ni falleció en Sevilla, sino en México. "



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