La magia del monje (fragmento)Alexander de Comeau
La magia del monje (fragmento)

"A menudo, durante el viaje del mercante, Dimas juró que nunca en su vida, incluso aunque fuera una vida prolongada indefinidamente por el elixir, olvidaría los sufrimientos que había soportado. Gabriel estuvo postrado durante varias horas, pero después se recuperó y se reanimó con la fresca brisa marina. Thomas Brackenridge, como buen tonel veterano que era, no se sintió mareado por el movimiento de la nave, aunque la visión de tanta agua le deprimió. Dimas, monje infeliz, sufrió penalidades suficientes para los tres.
Mientras el barco se deslizó por el suave río londinense, todo fue bien. En Gravesend empezó a sospechar que había comido alimentos en mal estado. Una hora más tarde estaba seguro de que había sido envenenado. El patrón, al notar sus sufrimientos, le informó de qué estaba ocurriendo, pero Dimas ya había alcanzado tal estado que no le importaba lo más mínimo si era el mareo o el veneno lo que provocaba su sufrimiento.
Un viento alegre les llevó por fin hasta Rotterdam, y allí acabaron los padecimientos del monje. Después de las olas del Mar del Norte, el avance por el Rin fue una delicia. Pasaron por delante de la estrecha desembocadura de un afluente que los marinos identificaron como el cauce que fluía junto a las murallas de Dachsenberg, pero ningún barco se ofreció a remontar la rápida corriente. Los viajeros desembarcaron en la orilla del Rin para continuar su camino a pie. Una vez en tierra firme, Dimas, a pesar de sus juramentos, olvidó las penalidades pasadas ante la impaciencia por reunirse con Lucius Germanicus.
Durante todo el día avanzaron a través de un terreno desprovisto de cultivos, habitado únicamente, según parecía, por cerdos medio salvajes y por los groseros pastores que los cuidaban. Dimas no estaba seguro de cuál era el camino, pero durante largo rato no encontraron a nadie de quien pudieran esperar razonablemente que les proporcionara indicaciones comprensibles. Los árboles, desperdigados por las colinas que habían ascendido al inicio de la mañana, empezaron al mediodía a hacerse cada vez más numerosos y altos. "



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