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Almenara (fragmento) " Nuestra ignorancia -niños- era la del pájaro, que tiene ojos y ve. Y no lo sabe. Y puesto que al saber no le basta una vida, amparémonos en la memoria que todo lo hace entraña. Las pitas, encrespándose, arañaban mis piernas; las chumberas, si cercaban los huertos prohibitivas, me tendían la pulpa, dulce y consoladora, de sus higos rosados; y en los arroyos iba recogiendo gusarapos infinitesimales. A veces, siguiendo por la orilla de sal gema -escolta de galápagos adultos y a la zaga el tropel de los infantes-, llegábamos a la ensenada de la tuya rala -ay cedros de Ketama que más tarde aspiré-, a la cala escondida al pie del escarpado, pequeño paraíso entre escolleras verdes, bienvenida de playa para unos cuerpos húmedos, mar solamente nuestro. Cuando, reconfortado por las aguas, me introvertía monte arriba, recuerdo piedras que hubiera dicho trabajadas, barro cocido, ángulos de argamasa surcando la pedrera, barrancos semejantes a fosos y como un plano de urbana geometría allanada por el viento o la cólera. " epdlp.com |