Vida del Emperador Carlomagno (fragmento) Eginardo
Vida del Emperador Carlomagno (fragmento)

"Numerosos presagios de su próximo fin habían tenido lugar, de modo que no sólo los otros, sino incluso él mismo, comprendían el contenido de su mensaje.
Durante tres años sucesivos, próximos al final de su vida, se vieron frecuentes eclipses de sol y de luna, y se percibió una mancha de color negro en el sol por un período de siete días. Un pórtico, que Carlos había hecho construir entre la basílica y el palacio, de pesada arquitectura, quedó reducido a escombros súbitamente el día de la Ascensión del Señor. Del mismo modo el puente sobre el Rin, a su paso por Maguncia, que él mismo había hecho levantar durante diez años con enorme esfuerzo, de tan admirable construcción de leño que parecía poder durar eternamente, ardió en tres horas por un incendio casual a tal punto que de él no quedó ni una astilla, salvo lo que cubriera el agua.
El rey en persona, mientras dirigía la última expedición contra Godofrido, rey de los daneses, en Sajonia, un día, saliendo del campamento antes de la salida del sol para ponerse en marcha, vio de repente que una antorcha de luz resplandeciente caía del cielo a través del aire sereno, de derecha a izquierda; y en tanto todos se preguntaban qué significaría aquel portento, súbitamente el caballo que montaba cayó hacia adelante y dio con él en tierra tan pesadamente que resultó roto el broche del sayo y arrancada la vaina de la espada. Los servidores que asistían al hecho y se apresuraron a levantarle le encontraron desarmado y sin manto; también la jabalina, que casualmente llevaba en la mano, se le escapó con tal fuerza que se la encontró a una distancia de veinte o más pies.
Se añadió a esto un frecuente temblor del palacio de Aquisgrán y un sostenido crujir de los techos en las habitaciones donde residía. También resultó fulminada la basílica en donde luego fue sepultado, y la manzana de oro que remataba el techo fue arrancada por el rayo y arrojada sobre la residencia del obispo, contigua a la basílica. En esta misma había, en el borde de la parte de pared comprendida entre las arcadas inferiores y superiores, una inscripción en letras rojas que explicaba quién era el fundador de la iglesia, en cuyo último verso se leía: KAROLUS PRINCEPS («el príncipe Carlos»): varios advirtieron que, en el mismo año de su muerte, pocos meses antes, las letras que componían la palabra PRINCEPS se encontraban tan borradas que casi no se las podía descifrar. Pero el rey no tomó en cuenta o despreció todo lo dicho, como si ninguna de estas cosas tuvieran relación con él de modo alguno. "



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