El ojo del cielo (fragmento)Manuel Gutiérrez Aragón
El ojo del cielo (fragmento)

"En el Café de Salamanca se reunían los parroquianos principalmente para hacer negocios. También había parejas que tomaban el té. Y el rey, como te iba diciendo, al pasar camino de una mezquita que iba a inaugurar, hizo detener el coche para tomarse un refrigerio. Se acordaba muy bien del helado de crema de chantilly de la famosa fiesta. Con el rey se detuvieron los policías y cortesanos, y también algunos militares con sus guerreras llenas de chapitas de colores. Todos sacaron sus lenguas a la vez, como en formación, para saborear sus helados. Y durante unos minutos se oyeron lametazos y suspiros de placer en vez de taconazos y órdenes de mando. El Café de Salamanca se convirtió en un lugar de moda; ya ves, habiba, lo famoso que llegó a ser Mantecón en mi país, y lo lejos que puede llegar un pasiego cuando sale por el mundo con su cuévano a la espalda.
[...]
Un día bajaron, o sea, vinieron, unos guardias por la gran avenida que lleva a la callecita en que está el café y se pararon ante la terraza entoldada. Todo ello con gran aparato de motos y con un coche con el banderín de palacio del que rechinaron los frenos. Allí nunca sabes, cuando ocurre una cosa así, si es que te van a detener o te van a hacer ministro. Esta vez no fue ni lo uno ni lo otro. Mantecón salió de la cocina limpiándose las manos con el delantal y luego quitándoselo de un tirón, mientras el oficial de la Guardia Real se cuadraba ante él. Que le iban a llevar a palacio, que el rey le mandaba llamar, eso dijo el oficial de uniforme rojo, cubierto con una gran capa blanca. "



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