Junto al fuego (fragmento)Catherine Crowe
Junto al fuego (fragmento)

"Confieso que cuanto más ansiosa se mostraba aquella gente por evitar que yo pasara allí la noche, más crecía mi curiosidad, lo que no quiere decir que creyese en la existencia del fantasma ni mucho menos. Pensaba que el abogado había acertado en sus conjeturas, pero que no había tenido la suficiente templanza para investigar lo que fuera que había visto o escuchado, y que además ellos habían logrado asustarlo hasta el punto de hacerle perder el juicio. Saltaba a la vista cuán excelentes eran las instalaciones con las que se había hecho aquella gente, y lo mucho que les debía de interesar mantener viva la idea de que el castillo era inhabitable. Ahora bien, yo, como hombre de sangre fría que soy —he vivido situaciones que la han puesto severamente a prueba—, estaba convencido de que ningún fantasma, si es que acaso existía algo semejante, ni ninguna martingala capaz de emular la semblanza de uno, conseguirían que la perdiese. En cuanto al peligro real, no percibía ninguno. Ellos sabían quién era yo y eran perfectamente conscientes de las consecuencias que les acarrearía que sufriese daño alguno. De modo que prendieron sendos fuegos en las dos chimeneas de la galería y, como disponían de mucha leña seca, las llamas se avivaron rápidamente. Para entonces, yo ya había tomado la determinación de no abandonar la sala una vez estuviese en su interior, no fuera que, si mis sospechas eran acertadas, ellos pudieran aprovechar mi ausencia para preparar su truco, de modo que expresé a mis hombres mi deseo de que me subieran la cena, y di cuenta de ella allí mismo.
Mi guía me contó que llevaba toda la vida oyendo decir que el castillo estaba encantado, pero que, en su opinión, allí no había otro fantasma que la gente de abajo, la cual había hecho de él una confortable madriguera, y se ofreció a pasar la noche conmigo, pero yo rehusé su compañía y preferí confiarme a mí mismo y a mi perra. Mi ayuda de cámara, por el contrario, me recomendó encarecidamente que abandonara la empresa, asegurándome que él mismo había tenido que renunciar a un puesto como el que ahora ocupaba en una familia de Francia que vivía en un château encantado. "



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