El bobo ilustrado (fragmento)José Antonio Gabriel y Galán
El bobo ilustrado (fragmento)

"Rahel movía los labios, al principio suavemente, luego agitados, queriendo decir algo, mientras en su rostro apareció una llamada de espanto. Te quedaste mirando y fuiste leyéndole las frases que habías escrito y que a ti te sonaban bien, superiores a las de cualquier otra carta anterior. Pero tus palabras tuvieron un efecto sorprendente: empezó a dar muestras de gran desasosiego, llorando con profusión, dando tirones al traje que no se desgarró de puro milagro. Con rabia incontenible se quitó el vestido, lo arrojó al suelo y allí se quedó plantada junto a él, semidesnuda, amarillenta a la luz de la lámpara, extraña a todo, como si volviera de un viaje satánico.
La agarraste con fuerza de las muñecas, dudando si merecía una bofetada por haberse arrogado el derecho a deshacer tu visión. Le hiciste recoger las ropas y retirarse de inmediato a la cocina. No querías verla más, a pesar de que en una última mirada su cuerpo desprendió más hermosura que nunca. Pero había estropeado tu carta. Las frases quedaban flotando inconexas, perdida toda resonancia emotiva, absurdas, triviales. Rompiste el papel en mil pedazos, tan inútil ya como otras veces. En esos momentos te pareció oír en la calle la hora dada por el sereno. Las once.
Otra noche cuesta arriba para ti, preso de esa dejadez que producía el insomnio, un temor inexplicable que te hacía permanecer inmóvil, clavado al diván en que estuvo reclinada Mariblanca. Estabas agazapado, ninguno de tus miembros hubiera obedecido a la orden de ponerse en marcha. Era una buena noche para emborracharse, pero por nada del mundo te habrías arriesgado a ir a la cocina a por vino, ni siquiera a por un vaso de agua para calmar la sed que abrasaba tu boca. "



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