Carazamba (fragmento)Virgilio Rodríguez Macal
Carazamba (fragmento)

"El comienzo de la tarde siguiente, desembocamos, por fin a la sabana petenera. El último manchón de selva se clareó cada momento más y más, hasta transformarse en un ralo guamil por donde nos abrimos paso con los machetes. Íbamos llenos de optimismo y yo tenía prisa en posar mis ojos por vez primera en las enormes planicies sabaneras. Nos hallábamos completamente ligeros de carga, ya que logramos comprar dos mulas en la aldea Tzuncal. No tuvimos dificultad alguna en atravesar el río, habiendo construido una pequeña balsa rudimentaria con cinco troncos atados con bejucos, en donde remolcamos nuestra carga y las armas, pasando a nado nosotros. La pequeña aldea, compuesta de diez ranchos en tertulia en un claro de la selva, nos acogió bien, aunque extrañados. Pronto se dieron cuenta de que traíamos dinero y las bestias nos costaron lo que habríamos pagado por seis mulas buenas en cualquier otro lugar. Habíamos adquirido también nuevas provisiones de fríjol, papas y arroz, ya que no sabíamos cuándo, en definitiva Podríamos conseguir más.
En una de las mulas cargamos toda la impedimenta y en la otra montó la muchacha en un viejo y raído galápago, que nos vendieron a precio de nuevo; también compramos amplios sombreros de petate para defendernos de la resolana sabanera. Así equipados, emprendimos la marcha llenos de optimismo y sintiéndonos livianos como pájaros, puesto que nuestra carga personal se limitó al rifle y la escopeta.
¡A las dos de la tarde salvamos el último pedazo de guamil y ante nuestros ojos admirados apareció la grandiosidad de la sabana! Tan sólo en el horizonte, hacia el noroeste, veíamos su límite de un verde brillante, en donde hacía tope con la selva lejana. Giramos la vista en redondo y el cielo se unió por dos puntos cardinales con el llano inmenso. El sol caía pleno sobre el zacatal, que nos llegaba hasta las rodillas. Inmediatamente pensé en la fortuna que allí había y en el futuro de la patria cuando aquellas Inmensas extensiones de pastos naturales fueran pobladas de ganado.
En la lejanía. Precisamente en dirección de nuestro rumbo, el sol cabrilleaba en el nácar de una pequeña laguna y decidimos llegar hasta ella para acampar esa noche. "



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