Que por ti perdí "El mar dentro del árbol, las nubes dentro de la tierra sin fin, la luz. La luz dentro de otra luz que limita las manos y las abre para otras manos dentro de una mirada. Bate en el horno los vientos. Un cáliz de cristal grueso con el licor de fermentación casera. Un plato con avellanas y nueces y hojas de madroño. En los márgenes las ventanas cerradas vencen un halo de lámpara de calle que se difunde en la fluorescencia del televisor, en la palidez rubia de las pequeñas luces de la radio. La última claridad del día se mezcla con la primera de la noche. Este viento en la autopista donde rebosa la lluvia no me va a forzar el corazón; ni estos setos de las cadenas de cemento suspenderán el vuelo de lo que soy hasta lo que no soy. Pero será la caricia que en el cinturón tiembla, el calor del cuello descubierto, los vientos de la silla de donde te levantas cuando estás casi para sentarte. Entre ejes de césped desigual, válido por descuidado abrigan máquinas de desolación. Formaciones de patos atraviesan el cristal pulido del postigo. El día golpea el periódico reposando sobre la manta de color marrón que sostiene las rodillas de tu silencio interior. Otras veces, corres las persianas, un globo de lona ilumina el libro en la pequeña mesa, un alambre de flores colgado en una viga y el armario con los objetos de estaño y meditación. La vida se acumula en roldanas alrededor de todo, un humo que sube durante la noche sobre los mapas en la pared desnuda, hay tanto que nos olvidamos de los desdoblamientos, de que por ellos llegaríamos a los confines de nuestro mundo. Y ya estamos desapareciendo. " epdlp.com |