Un pobre hombre (fragmento), de Rojo y grisLuisa Carnés
Un pobre hombre (fragmento), de Rojo y gris

"Antes de ser un pobre hombre fue un buen chico.
En el colegio era inculpado de las travesuras realizadas por sus condiscípulos; en casa, era habitual que cuando se rompía un objeto o desaparecía una manzana del aparador (a veces era naranja, a veces, plátano), a la interrogación de la madre: «¿Quién ha cogido del frutero un…?», lo que fuese, respondieran los chicos, después de mirarse unos a otros: «Ha sido Manolín». Además, como era el menor, se le arreglaban los trapos viejos que dejaban sus hermanos y convertían en trajecitos bastante aceptables.
En la casa no había más que seis tazones, y los chicos eran siete, por lo cual había que agregar una taza que tenía pintado en el fondo un gallo rojo, y que ninguno de ellos se resignaba a aceptar, aunque era algo menor que los tazones.
[...]
Ahora habita una buhardilla, en compañía de un viejo camarada del teatro que tiene muchos hijos y una mujer arisca y gruñona. Duerme en un cuarto reducido que tiene un tragaluz, por el cual entra cada día un rayo de sol. Enfrente de la cama, pendiente de un clavo, está la caja del violín, que las horas van cubriendo de una espesa capa de polvo.
Un empleado del Real que le visita todos los meses para hacerle entrega de unas pesetas que le han sido asignadas por la empresa desde el día de la desgracia le encuentra siempre tumbado en la cama, con los ojos cerrados y el brazo debajo de la almohada. La manga, vacía, pende trágicamente fuera del lecho. "



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