La revolución del arte moderno (fragmento)Hans Seldmayr
La revolución del arte moderno (fragmento)

"Para llegar a ser «pura» y «autónoma», la arquitectura tiene que decir adiós a todos los elementos de otras artes a las que estuvo unida hasta finales del barroco y el rococó (y aún mucho después). En primer lugar, tiene que eliminar los elementos escénicos, pictóricos, plásticos y ornamentales; en segundo lugar, los elementos simbólicos, alegóricos y representativos, y en tercer lugar, el elemento antropomórfico. En realidad, tendría que haber eliminado un cuarto elemento, el «objetivo», pero eso, en la arquitectura—algo que no se admite a veces— es el «propósito», la «finalidad». Sólo una arquitectura sin propósito, no vinculada a ninguna finalidad, podría ser completamente «pura», la arquitectura por la arquitectura. Por razones obvias, el arte de construir no puede dar este último paso. Sin embargo, se aproxima a ello cuando la finalidad no es tomada en serio, sino que se convierte en un pretexto para materializar «ideas puramente arquitectónicas». Y de ello también abundan ejemplos.
Llamamos pictóricos a aquellos elementos cuya forma sería inexplicable y sin sentido para la imaginación que va a tientas, los cuales, más bien, se transfiguran en una forma con sentido en el contexto de la impresión óptica. Pictórico es un capitel, el cual, mediante orificios y ranuras talladas, da lugar a una forma aparente o efectiva que no posee «objetivamente». Pictórico es incluir en el cálculo artístico esos fluctuantes tránsitos entre la luz y la sombra en las superficies arquitectónicas. Pictórico-escénico es cuando en el ábside de una iglesia barroca las columnas reales se combinan con otras pintadas en la pared, dando lugar a una columnata. La arquitectura autónoma no tolera los elementos pictóricos. En esencia, el rechazo de lo pictórico exige también la renuncia al color. El ideal serían edificios puramente blancos. El hecho de que los elementos pictóricos sean eliminados de la arquitectura ha sucedido también en otros momentos del pasado, por lo tanto, desde el punto de vista histórico, no constituye un paso decisivo. "



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