La mujer de mi vida (fragmento)Buddhadeb Bosu
La mujer de mi vida (fragmento)

"Tras arreglarme adecuadamente para la ocasión, subí al Morris de color crema de Ramen y, un rato después, llegamos a casa del señor Dutta. El concierto de voces que dio la bienvenida a Ramen decayó al verme a mí. Muchos de ellos se me quedaron mirando con una expresión que decía: pero ¿quién diantres es este tipo? De inmediato, el señor Dutta se encargó de las presentaciones, anunciando primero mi nombre y luego, uno a uno, el de los demás; tarea no tan sencilla como pueda parecer, pues había al menos veinte personas repartidas por la habitación en pequeños grupos, y en algún caso incluso resultó difícil atraer su atención.
No me había equivocado. Esta reunión era algo absolutamente distinto a lo que yo estaba acostumbrado. No había experimentado nada en mi vida que se le pudiera comparar. ¿Cuándo había visto yo tal cantidad de jóvenes hermosos y elegantes en una habitación tan bien iluminada? Sus risas, sus conversaciones, su porte, las miradas fugaces que lanzaban a su alrededor, e incluso el más leve movimiento de sus manos, todo indicaba que se trataba de ciudadanos de un nuevo mundo audaz y brillante, un mundo cuya existencia ni siquiera sospechaban en la facultad de Medicina. O al menos ésa fue la impresión que tuve ese día; a medida que los fui conociendo mejor me di cuenta de que muchos de ellos eran tan normales como el resto de nosotros. Era sólo que su envoltura parecía brillar más.
Al minuto de entrar ya había perdido a Ramen. Todo el mundo le requería: primero este grupo, luego ese otro; a veces lo veía sentado, otras de pie, y en ocasiones medio inclinado; siempre con una sonrisa en los labios y comunicándose no sólo con las palabras, sino también con la expresión de los ojos. Ramen era extrovertido por naturaleza, carecía de inhibiciones; a causa de su buena apariencia, ninguno de sus actos parecía desentonar jamás. Allá donde fuéramos siempre se convertía en el alma de la fiesta, y aquí también era el centro de atención. Todo el mundo parecía tener algo que decirle en privado, incluso la señora Dutta habló con él en voz baja junto a la ventana durante casi diez minutos.
El señor Dutta llevaba un rato intentando comenzar el ensayo pero la conversación no parecía que fuera a terminar nunca. Mientras tanto, sirvieron té, acompañado de algunos aperitivos elegantes. La primera vez no hubo suficientes para todo el mundo, y aunque yo no era más que un invitado, me hice con algunos rápidamente. "



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