Z (fragmento)Vassilis Vassilikos
Z (fragmento)

"Y el tren corría y silbaba en un mundo petrificado, solos, los jefes de estación y los guardagujas eran, aquel día, presa del pánico. «Es la primera vez en toda una vida pasada al servicio de los ferrocarriles, pensaba el jefe de la pequeña estación de Papapuli, que veo esto»; llamadas telefónicas, informes de que el tren fúnebre ha pasado «sin incidentes»; solo, el jefe de estación de Papapuli que acababa de comer una gallina decapitada la víspera por el expreso, no pudo maniobrar las agujas, de modo que el tren tomó otra vía y estuvo a punto de chocar con unos vagones de carga; afortunadamente el maquinista los vio a tiempo y frenó; el convoy se deslizó durante casi doscientos metros antes de detenerse; el ataúd, aunque sujeto, se bamboleó en su envoltura aherrojada; los parientes pegaron sus máscaras a los vidrios; una valija cayó de la red; y los gusanos, los gendarmes, estaban tan apretados unos contra otros, que era como preguntarse si alguna vez se despegarían; el oficial responsable creyó al principio que era un acto de sabotaje para escamotear el cadáver, dio la señal de alarma a sus hombres después que el tren se hubiera detenido, hizo salir del vagón a los que estaban pegados entre sí, para que se desplegaran como francotiradores a lo largo de la vía férrea y viendo que el tren daba marcha atrás y que el maquinista les indicaba con un gesto que no pasaba nada grave, comprendieron que no los amenazaba ninguna fuerza enemiga; y el alma, al ver desde arriba este rodeo, halló tiempo para encaramarse en un olmo de la llanura tesaliana al pie del cual un joven pastor tocaba la flauta para encantar a las escasas serpientes; entre tanto, el jefe de la estación, devolviendo el tren a la buena vía, lanzó un suspiro de alivio y telefoneó con arreglo a las órdenes, añadiendo un zumbido más a los hilos que pasaban por encima del Pinios, el río suave, el río verde e indiferente al resto de la llanura que vive la misma vida de esclavitud desde su liberación; sólo el río, se decía el alma, sueño de los sedentarios de esta llanura, sólo él lleva sus sueños hasta el mar para hacerlos libres, sólo el río, alma de un país nivelado, bordeado de sauces llorones y de plátanos centenarios que nadan en esas aguas y que antes de lanzarse al mar conoce las emociones y los estremecimientos de la adolescencia, así como ella, el alma, antes de fundirse en una nube, puede ver más allá de su cuerpo difunto y contemplar el espectáculo de un mundo que pronto perderá. "


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