La resurrección de Mozart (fragmento)Nina Berberova
La resurrección de Mozart (fragmento)

"Se acercó a la pequeña radio nueva, a la que Kiryusha tenía rigurosamente prohibido acercarse, y giró el botón. Habló primero una voz francesa, luego una inglesa, luego una alemana. Todo estaba amontonado en aquella caja de madera, separado sólo por barreras invisibles. Las voces decían todas lo mismo. Y de pronto cambió a música, a una canción, española o quizá italiana, con el rasgueo dulce y suave de una guitarra. Pero captó la palabra amore, así que apagó el aparato y se acercó a la ventana, por la que podía ver el camino del pueblo entre la avena verde, densa y nebulosa.
El martes, el miércoles y el jueves hubo acantonamiento en el pueblo: grandes camiones verdes camuflados con ramas como engalanados para un desfile de carnaval y con números escritos con pintura roja de plomo, transportaron a quinientos soldados jóvenes, sanos y estridentes y a cuatro oficiales de largos abrigos y rostros cansados, preocupados, febriles. En la puerta de la casa de María Leonidovna apareció un oficial (la casa que alquilaban los Sushkov era con mucho la mejor del pueblo) y ella inmediatamente trasladó a Kiryusha al comedor, cediendo la habitación de éste al capitán y el espacio del anexo a tres subtenientes.
Los cuatro oficiales dormían vestidos y venía a despertarles varias veces de noche un centinela (bajo, moreno y de ojos amarillentos o bien alto, espigado y de cara grande). Vasily Georgievich llamaba todos los días; su llamada llegaba a la oficina de correos, que estaba en la esquina de su calle lateral y de la plaza.
Un muchachito al que le faltaban varios dientes corría a avisar a María Leonidovna, y ella corría tras él con su paso quedo de jovencita, vestida con lo que tuviese puesto, entraba en el pequeño edificio de una sola ventana, cogía el
teléfono y oía decir a Vasily Georgievich que todo iba muy bien, que había recibido el dinero, que había visto a Eduard, que iba a comer con los Snezhinsky, que llegaría el sábado. "



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