Retratos de Will (fragmento)Ann Beattie
Retratos de Will (fragmento)

"Spencer llevaba un bañador rojo con tachuelas plateadas en la cintura que parecía un cinturón de vaquero. También llevaba una pulsera tobillera que un admirador le había regalado a su madre. Como llevar una pulsera en el tobillo no era su estilo y una explicación para su marido hubiera resultado imposible, se la puso a su hijo, igual que las putas se tatúan en lugares íntimos o las mujeres llevan en un medallón la foto del amante detrás de la del hijo. A Spencer la vida le parecía una aventura descomunal: se le concedían regalos inesperados; debía jurar que guardaría silencio sobre cosas que, como poco, le resultaban enigmáticas, y tenía que ser capaz de intuir el momento de la verdad observando la expresión del rostro de su madre. Como Spencer no terminaba de aclararse, adquirió la costumbre de abstenerse de opinar y pasó a desear que todo terminara saliendo bien. Sólo un adulto —su madre, para ser precisos— podía emitir el veredicto final, que le susurraba por la noche justo antes de que se acostara o que le comunicaba solemnemente, dando a entender que eran cómplices y que los extraños no debían estar al corriente de aquella sabiduría superior suya. Lo que angustiaba a Spencer no era su madre o las cosas del día a día, sino la pregunta definitiva, la pregunta para la que ni todas las investigaciones que se habían realizado hasta el momento habían podido ofrecer una respuesta clara. Y sin embargo, aquél era el único misterio auténtico de todos los tiempos: ¿Qué les había pasado a los dinosaurios? Los dinosaurios —claramente superiores, de un tamaño gigantesco, esto lo sabíamos, de apetito voraz, muchísima energía y unas aptitudes impresionantes— habían desaparecido un buen día, como si siempre hubieran sido las criaturas bidimensionales y a escala de los dibujos animados y los libros para colorear que olvidamos con la misma facilidad que a un periquito cuya jaula cubrimos con una tela. ¿Era posible que, para protestar por la situación de la Tierra, se hubieran suicidado? ¿Se habría convertido su vida en una misión existencial nada más; en un rato que matar antes del momento inevitable de la extinción? Comerse algunos lagartos, meterse en un charco, atrapar un insecto. Aquélla debió de ser su versión de la pizza para cenar. Spencer, de algún modo, sabía que él y su familia y sus amigos se limitaban a matar el rato. "


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