Y eso fue lo que pasó (fragmento)Natalia Ginzburg
Y eso fue lo que pasó (fragmento)

"La niña tenía seis meses cuando empecé a destetarla. Le preparaba unas papillas de harina de arroz, pero no le gustaban demasiado. Adelgazó todavía más y lloraba mucho y no digería bien. El doctor Gaudenzi era muy amable y venía a menudo a verla pero muchas veces se impacientaba conmigo porque decía que era demasiado impresionable y que nunca estaba tranquila. Y la verdad es que era cierto que nunca estaba tranquila y me asustaba tremendamente cada vez que la niña tenía fiebre y como no entendía nada le ponía el termómetro y leía un libro en el que aparecían todas las enfermedades que podía tener y dejaba de peinarme y de comer y me pasaba en vela toda la noche. Si la niña tenía fiebre me ponía hecha una furia y le gritaba a Gemma sin motivo como si todo fuese por su culpa, pero en cuanto se le pasaba la fiebre poco a poco recobraba la sensatez y me daba vergüenza por Gemma porque le había gritado y entonces la llamaba y le hacía algún regalo. Me daban ganas de no ver a la niña durante un tiempo. Me daba de pronto una especie de repugnancia por todas las cosas que tenían que ver con ella, el sonajero y el bote con los polvos de talco, los pañales, que casi siempre estaban sobre las sillas, y me apetecía irme al cine con mis amigas o leer una novela. Pero no tenía amigas y si abría una novela me cansaba enseguida y regresaba a aquel libro en el que estaban escritas todas las cosas que debían comer los niños pequeños y todas las enfermedades que podían tener.
Una tarde mientras preparaba la harina de arroz de pronto se presentó Francesca. No llevaba sombrero y estaba sin maquillar. Llevaba puesto un impermeable sobre un vestido negro y tenía un aire amenazador con un mechón de pelo que le caía sobre los ojos. Me preguntó si podía dormir en mi casa porque se había peleado con su madre. Le dije a Gemma que le preparase la cama en el diván del salón. Se sentó y se me quedó mirando fijamente mientras le daba la papilla a la niña, la niña como siempre escupía cada cucharada y Francesca fumaba y no dejaba de mirar. "



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