Chatterton (fragmento)Peter Ackroyd
Chatterton (fragmento)

"El hombre le dirigió una mirada furiosa y se cambió de sitio. Algo sorprendida por la descortesía de éste, le observó durante unos instantes y después volvió de nuevo su atención a la pantalla justo a tiempo para ver el cambio de escenario de la playa al dormitorio. Las dos jóvenes estaban desnudas y tendidas en la cama, y a Harriet esto le recordó el cuadro que había visto hacía poco rato en la exposición de arte primitivo: el detalle de la chica que había tocado el hombro de su doble, antes de alejarse flotando en el aire. De repente se produjo un corte, y entró un hombre; llevaba un uniforme de guardia de tráfico, y empezó por quitarse la gorra con visera y la chaqueta negra tan pronto como entró en la habitación. Harriet se puso a reír, pero cuando les vio a los tres juntos en la cama, le parecieron tan cansados y débiles que movió la cabeza negativamente con aire incrédulo. En ese momento lamentó no haber visto el comienzo de la película, puesto que deseaba saber lo que les había llevado a tal situación: el sexo no le interesaba, pero sí el argumento. Incluso aquellos acoplamientos eran la consecuencia de una historia, y por lo que a ella respectaba, ésa era la parte más interesante. A fin de cuentas, todo el mundo necesitaba una historia.
La escena había cambiado de nuevo, y ahora las dos chicas estaban bailando juntas en una fiesta. Harriet las observó durante un rato, pero después su atención se desvió a las personas que las rodeaban. Vio un rostro que le recordó a una vieja amiga muerta hacía muchos años, y después otro, y otro más. Estaban allí todas juntas, todas sus difuntas amigas, tal como en otro tiempo las había conocido; se habían distanciado de las que bailaban y ahora estaban juntas de pie y en silencio, mirando a Harriet desde la pantalla. Ésta quiso levantarse y dirigirles la palabra, pero un terror repentino hizo que se quedara sentada en la butaca. Por eso es por lo que la gente enloquece, pensó, enloquecen por el miedo a la muerte. Pero notó las lágrimas que le bajaban por la cara, y en su aturdimiento se llevó la mano a la mejilla.
La película había terminado. Se encendieron unas luces débiles por encima de su cabeza, y miró a su alrededor por toda la sucia sala en la que había permanecido durante aquel rato: había colillas y cajetillas de cartón vacías por el suelo; la alfombra roja estaba raída, y las butacas desgarradas y llenas de manchas. Y por todo el ambiente flotaba el olor familiar y penetrante del polvo y la ceniza de los cigarrillos. Aún estaba el mismo hombre de pie al final de la sala, y cuando la miró, movió la mano dentro de su bolsillo. Harriet recogió el bolso y se acercó lentamente hacia él; éste sacó la mano del bolsillo y se quedó quieto con aire tímido. "



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