Viví años de tormenta (fragmento)Fernando Schwartz
Viví años de tormenta (fragmento)

"Fueron unos días maravillosos. Hacía mucho frío pero nos paseábamos bien abrigados con chaquetones forrados de piel de cordero y, a la vuelta, nos esperaban en las chimeneas de cada cuarto los fuegos encendidos para secarnos la humedad que se nos había colado hasta los huesos.
Confieso que la primera mañana me subí a la Pola haciéndome la chula, caracoleando, poniéndola de manos, arrancando con un galope corto hasta la primera línea de árboles y volviendo después de costado hasta las caballerizas que estaban a un lado de la casa grande. Sabía que José Luis me miraba y tenía un coqueto deseo de impresionarlo. Me lo agradeció la Pola a la que casi no podía contener de las ganas de dar brincos que tenía.
A José Luis le pusieron uno de los Land Rover, de aquellos viejos e indestructibles Santana, y se dedicó a seguirnos a Miguel, a Borja y a mí por toda la finca. Íbamos al trote pero sobre todo a galope corto, que es lo cómodo con la silla campera. Nos parábamos con frecuencia en las dehesas, en los alcornocales, en los bosques de encina tapizados de bellota, y mirábamos a distancia los grandes rebaños de corderos, las piaras de cerdos moviéndose despacio, y, muy a lo lejos, algún venado apenas apercibido en la maleza.
Entonces desmontaba, José Luis se asomaba por la ventanilla del jeep y yo le cubría la cara de besos. Luego lo hacía bajar del coche, tiraba de él para separarlo de hermanos y guardas y, cogidos de la mano, lo hacía subir a una loma para ver en el infinito los grandes espacios de mies, las labrantías en barbecho y, muy a la derecha encarados al mediodía, los viñedos aún resecos. Y al fondo de todo, casi sólo intuido, el brillo intenso del río iluminado por el sol del invierno. "



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