En la luz inmóvil (fragmento)Ramón Pernas
En la luz inmóvil (fragmento)

"Permanecí treinta y seis horas a su lado, con la luz cenital de los visillos ocultando el día.
Y de repente, me anunció que su muerte era inminente, la abracé y murió entre mis brazos. Con suavidad extrema le cerré los párpados, y así sujetando su cuerpo inerme permanecí hasta que su perfil se convirtió en mármol.
Entonces comencé a llorar con un llanto universal, veraz, sincero. Mi primer duelo. Con la muerte de madre, supe que ya era un adulto, que nunca más habría mañanas, mira qué cosas piensa uno, de naranjas recién exprimidas, ni desayunos en la cama.
Supe también cuánto y con qué excesiva generosidad me quiso.
Me tambaleé en el momento en que sobre su ataúd cayó la primera pala de tierra que sonó como un mazazo, un gong seco, un puñetazo en mi rostro, y aturdido supe que ya no la vería nunca más. Qué poco tiempo la tuve conmigo. Cuando era un niño la percibía, notaba su presencia, la necesitaba. En la adolescencia era como una sombra protectora siempre temerosa de lo que me podía ocurrir. Cuando me fui a estudiar lejos del pueblo, su reencuentro era la vuelta al regazo y a la calma, no podía seguirme pero su afecto tenía una intensidad insospechada y yo contaba con él. Era una suerte de bálsamo pensar en madre, cuando la zozobra ponía en peligro el barco en el que navegaba mi vida.
Mi padre quedó desarbolado, a la deriva. Parecía una nave con las cuadernas al aire, embarrancada en una playa que no había elegido. Me evitó la angustia del día a día del cáncer, las secuelas de la quimioterapia, llevó solo la enfermedad de madre. En sus cartas me ponía en una alerta relativa, mamá no anda bien, ya se le pasará, está en una mala época, parece que los remedios le están haciendo efecto… y llamaba por teléfono para hablar con ella y era ella quien me tranquilizaba, pareces tonto, no ves que estoy bien…
Evitaban preocuparme, me aislaban del mal que la estaba matando. Quizás yo no quería enterarme, y me puse unas orejeras para no ver lo que estaba aconteciendo.
Me regalaron sus últimos días de vida, a mí que le hurté los meses enteros de las vacaciones de mis veranos recientes. Mis bellos veranos cuando todavía soñaba tardes con Pavese, mi bella estate que jamás recuperaré. "



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