La expiación de mi madre (fragmento)Giorgos Viziinós
La expiación de mi madre (fragmento)

"Y en verdad que no mentía; porque cuanto más bebía, mejor sabía distinguir la gallina más gruesa de nuestro corral, para llevársela al marcharse. Aunque al fin mi madre se cansó de valerse de sus remedios, no por eso dejaba de pagarle regularmente y sin chistar; por un lado, para no descontentarle, por otro, para oír al menos de su boca el consuelo de que Annoula se curaría muy pronto. Y en efecto, aquel imbécil, creyendo sus órdenes puntualmente ejecutadas, afirmaba que la niña no tardaría en curarse, y hallaba que la enfermedad seguía exactamente la marcha que su ciencia había previsto. Lo cual era también verdad en el sentido de que nuestra pobre hermana empeoraba cada día.
Entonces nuestra madre pareció olvidarse de que tuviera otros hijos; la enfermedad de su hija mayor la convirtió en una mujer totalmente distinta.
En nuestro pueblo, toda enfermedad que deba ser considerada como natural, o ha de ceder a los conocimientos elementales del país, o termina luego con la muerte. Si se prolonga mucho, toma luego para las gentes, un carácter sobrenatural, y entonces recibe el nombre de mal maligno. En tal caso creen que el enfermo, o se ha sentado en algún lugar frecuentado, o atravesado de noche un río, o tropezado con un gato negro, que no debió ser tal gato, sino el mismísimo demonio disfrazado."



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